Domingo 25 de octubre de 2020
San Mateo nos presenta una pregunta de un fariseo maestro de la ley que, se supone, era una persona de lo más preparado ante más de 600 mandamientos de la ley de Moisés: ¿cuál es el mandamiento principal? Y Cristo contesta, con el tema principal del cristianismo: Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser pero uniendo para siempre la segunda: amaras a tu prójimo como a ti mismo, en estos dos mandamientos se encierran toda la ley y todos los profetas.
No se puede amar a Dios efectivamente si no se ama al prójimo. No se trata de hacer el bien al prójimo únicamente por hacer el bien, eso se llama “Filantropía” y muchos que no son católicos lo practican. Se trata de hacerlo y hacerlo por amor a Cristo, como dice San Pablo: puedes regalar todos tus bienes a los pobres hasta dejarte quemar vivo, pero si no tienes caridad de nada te sirve.
Este es el dilema principal de tu vida, entre tantos amigos que tengo en los EUA me habló uno que tanto él como su esposa y su hija, van casi a diario al templo, están en todas lados y congregaciones del templo, leen la biblia, pero no hacemos nada importante en la vida de los demás y vemos como usted hace mucho por los demás y lleva una vida muy provechosa, cura a los enfermos, les hace escuelas, carreteras, templo, pozos de agua potable, canchas deportivas, bandas de viento, etc. Y aquí nosotros no hacemos nada, como dicen los alcohólicos anónimos: el que no vive para servir, no sirve para vivir, pero aparte de servir el café a los invitados de todos modos no hacen nada.
Cada persona humana es la experiencia visible del Dios invisible. En el libro del éxodo viene una frase esperanzadora para todas las victimas de robo, asesinato y secuestro de parte de los sicarios: “no explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor, mi ira se encenderá, te mataré a espada.
Para Jesús, el prójimo no solo son los de la misma religión si no todos los hombres de todos los lugares y de todas las religiones.
Dice Cristo: en esto conocerán que son discípulos míos, “si se aman los unos a los otros”. Para amar a Dios necesitamos conocerlo bien, nadie ama lo que no conoce a Dios; debemos conocer sus cualidades y todos los prodigios que hace por nosotros.
El amor de Dios es sobrenatural, por lo tanto hay que importarlo desde el cielo y pedírselo a Dios con oraciones. Amemos a Dios porque él nos amó primero. Todo el bien que deseas que los demás te hagan a ti, hazlo tú a los demás.
Comentario de buen humor:
Llega un diputado con su esposa y le dice: “vieja tuve el honor de inaugurar un estadio de béisbol y me tocó tirar la primera bola”.
Viejo, hubieras de haber tirado también la segunda bola, que al cabo para lo que te sirven cabrón.
¡Que Dios los bendiga!.
El Padre Pistolas pide “amarse los unos a los otros”
Alfredo Gallegos recuerda que el Evangelio es la palabra de Dios