Domingo 27 de diciembre de 2020.
La familia cristiana formada por un hombre descendiente del rey David, piadoso, humilde, trabajador, sin vicios, amoroso, casto, de fe y muy religioso y María hermosa de cuerpo y alma, casta, trabajadora, sin pecado, joven y también muy piadosa y fuerte, obediente, es una muy cercana a nuestra familia mexicana, humilde, sumergida en el dolor, expuesta a las enfermedades y a la persecución.
Tal persecución se manifiesta como en la ida a Egipto, como ahora con el coronavirus, la violencia desatada, robos, secuestros y ejecuciones, pero al mismo tiempo tan distante de la nuestra “porque ese niño, es “el hijo de Dios”, o sea, Dios mismo pero aun así es el ejemplo a seguir de todas las familias.
Hoy en día la cultura es muy individualista, nos importa más lo de nuestra persona, olvidándonos de los demás miembros de la familia y no se diga del resto de la sociedad. Y así, no nos importa divorciarnos, abandonando a la mujer o al marido y a los hijos para irnos disque a “rehacer mi vida” y que yo llamo a “putear”. No nos importa abandonar a nuestros ancianos, padre y abuelos, practicar el aborto o francamente ingresar a la delincuencia y a la prostitución con tal de ganar mucho dinero que ya en el panteón, en la vejez y en la enfermedad, de nada nos aprovecha.
¿No te gustaría dejar el coche abierto y que nadie te robara?, ¿no te gustaría que anduvieras con tu mujer, tus hijas a las horas de la noche en la calle y que nadie las molestara? ¿No te gustaría que tu marido fuera a una fiesta y regresara sin ingerir una gota de alcohol? Dije eso en un sermón y alguien contestó: “padre para eso se necesita solo un milagro”. Pues eso es lo que quiere Cristo, cabrón. Parece un sueño pero a eso vino Cristo en forma de un niño indefenso, y eso era lo que quería la virgen cuando se apareció a ese indio de tercera, un cargador: Juan Diego. No solo le pidió un templo de cantera sino un templo espiritual; que ya no pelearan entre si las tribus y luego se comieran los muertos en forma de pozole. Que ya no fueran borrachos y con varias mujeres. Abraham, Sara, Simeón y Ana eran unos ancianos de fe, de ánimo y no apagados como muchos jubilados, huebones, fracasados que no hacen nada.
Por mi parte aunque yo haya hecho muchas obras, pienso seguir construyendo y escribiendo hasta la víspera de mi muerte porque el último día, pienso dedicarme a bien morir. A la virgen se le profetizó su dolor y al niño que iba a crecer en sabiduría y en santidad y Dios estaba con él. Este año vamos a sustituir la enfermedad y la inseguridad por justicia y amor.
Comentario de buen humor:
Una señora le cuenta a otra: “Mi esposo se hizo la vasectomía, ahora le digo la sacarina”. ¿Por qué el sacarina?, le pregunta la comadre. Y le contesta: “Porque endulza, pero no engorda”.
¡Que Dios los bendiga!.