Domingo 31 de mayo 2020
La aparición del Espíritu Santo solemne (ya había actuado a lo largo de todo el antiguo testamento), tuvo lugar en la fiesta de “Pentecostés”. Penta en griego significa 50. Porque a los 50 días que salieron de la esclavitud de Egipto, los judíos recibieron de la mano de Moisés las tablas de los 10 mandamientos, llamada también la fiesta de las semanas porque fueron una semana de semanas, 49 días también llamada “La fiesta de los trigos” porque era cuando cosechaban el trigo, fiesta más concurrida que la pascua, por dos razones: estaba mejor el clima del desierto y porque había más dinero para gastar por las cosechas.
Cristo nos dejó a su partida al cielo, al espíritu santo, tercera persona de la santísima trinidad, y que nos anima y rige nuestra vida. Sin él, nada podemos hacer, es el Señor y dador de la vida, por lo tanto también es el que la quita, San Pedro cuando quería imponer la circuncisión a los bautizados, se reunieron en el Primer Concilio de la Iglesia. Llamado al Concilio de Jerusalén, se aventó esta frase: “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas, que se bauticen, que se abstengan de la fornicación (que no sean cogelones) y de ofrecer ofrendas a los ídolos.
Con Pentecostés hacia la iglesia, que es una santa, católica y apostólica, a pesar de los pecados de los fieles y de nosotros los sacerdotes.
El Espíritu Santo le dará nervios masivos a los esqueletos del panteón, pero sobre todo les va a dar la vida, soplando sobre ellos.
Ante la imposibilidad de comprender al Espíritu Santo, podemos decir que conocemos sus acciones:
1.- Comprender los mensajes de Cristo.
2.- No tener miedo.
3.- Hacernos generosos y preocuparnos más por lo espiritual que lo material
4.- Tener la esperanza viva de alcanzar lo que no tenemos, el cielo.
5.- Aumentar nuestra fe y darla a los demás como manantiales de agua viva.
6.- Hablar lenguas extrañas, que todo mundo nos entiende.
7.- Es el vínculo de unión y amistad.
8.- aunque no habemos 2 iguales, pero debemos vivir unidos, como un solo cuerpo.
9.- Nos da la paz social y la paz del alma: cuando ya no puedo resolver un problema, me duermo y se lo dejo a él para que lo resuelva.
10.- En el día de Pentecostés fue cuando el Espíritu Santo les dio poder a los sacerdotes de perdonar los pecados.
Los mexicanos queremos vivir en paz, pero nuestros gobernantes no cumplen con su principal obligación: “cuidar la seguridad de los ciudadanos”, ni los Papás “educar y dar buen ejemplo a sus hijos. Los obispos y sacerdotes ni hablamos en defensa de la sociedad y menos hacemos nada por alcanzar esa paz. Si somos espirituales nos debemos convertir en constructores de la paz.
Comentario de buen humor:
Padre Pistolas, estoy muy triste porque mi vieja me dejo con mis hijos y se fue con otro cabrón.
Hijo, no te preocupes, pronto va a regresar.
Un mes más tarde, me dice: “padre, adivine, ya regresó”
Le pregunté: “¿porqué se regresó?”
Que por lo mismo que le decía yo: Huevona, gastalona y piruja
¡Que Dios los bendiga!.
Alfredo Gallegos Lara recuerda que es necesario vivir en paz
El Padre Pistolas invita a reflexionar sobre el Espíritu Santo