Policía privada en el Estado de México: la otra mafia al servicio de la delincuencia organizada (1ª. parte)

José Luis Camacho Acevedo, Colaborador del Periódico “El Ciudadano” …

Cuando uno circula por la carretera México-Querétaro dentro del territorio del Estado de México, es común verse “detenido” por una patrulla que con su torreta encendida y un altavoz casi inaudible te pide que te “orilles a la orilla”.

Desciende un oficial vestido con un uniforme que de inmediato se percibe como de muy baja calidad y sin más trámite, te pide documentación de tu vehículo y te pregunta por el origen y el destino de tu viaje. Y resulta que la unidad que te detuvo es de “servicio de seguridad privada”. Por ello, las precarias condiciones de la unidad y la vestimenta del oficial que te interroga.

En el Estado de México existen cerca de MIL EMPRESAS DE SEGURIDAD PRIVADA que no cuentan con los permisos reglamentarios que deben expedir los gobiernos estatales y federales. Esa proliferación de empresas ‘patito’ de seguridad privada están contaminando seriamente a entidades como Puebla y Querétaro, básicamente. Las autoridades estatales que deben encargarse de la regulación de esas entidades de seguridad son peligrosamente permisivas o, aún más riesgoso, omisas o hasta cómplices de policías privadas que son “halcones” del crimen organizado.

La historia de entidades policiacas, algunas públicas, es interesante como lo fue en su tiempo el tristemente célebre BARAPEM, una organización que prohijó la figura de uno de los criminales que fue considerado en su momento como el enemigo público número uno del Estado de México, Alfredo Ríos Galeana, de quien Wikipedia consigna la siguiente ficha:

“Hijo de Sabino Ríos y María Damiana Galeana, nació en Arenal de Álvarez, Municipio de Benito Juárez, Guerrero, el 28 de octubre de 1950. Ingresó en el Ejército Mexicano a los 18 años de edad, alcanzando el grado de sargento segundo en la Brigada de Fusileros Paracaidistas, del cual desertó tiempo después para iniciar una carrera criminal. En 1974 fue capturado, fichado por delitos menores y liberado el 4 de diciembre de 1976, ​aun así, ingresó a una corporación dedicada a la vigilancia de la banca, el Batallón de Radio Patrullas del Estado de México (Barapem) en 1978, en la cual alcanzó el rango de comandante”.

“Para la década de 1980 comenzó y dirigió una banda de asaltabancos, debido a que el Barapem fue eliminado por Decreto al volverse en contra de los fines por los cuales fue conformado, pues siendo todavía policía perteneciente al Barapem cometió su primer asalto bancario en 1978. En 1981 fue capturado e ingresado a prisión en el Estado de Hidalgo, cárcel de la cual se fugó el 18 de diciembre de 1982. Un año después en 1983, fue nuevamente arrestado e ingresado al penal de Santa Martha Acatitla, de donde nuevamente se fugó del reclusorio con ayuda de custodios de éste y policías auxiliares y volviendo a ser recapturado en 1986, después de un enfrentamiento con policías judiciales en la colonia Aragón  y llevado al Reclusorio Sur”.

Se supone que gracias a los “conocimientos” que adquirió mientras servía al Barapem custodiando bancos, pudo realizar más de cien atracos a diferentes bancos en su carrera delictiva. Aparentemente, se vio obligado a empezar a delinquir debido a que sus jefes de policía le pedían cuotas, que al no poderlas cubrir tenían que solventarlas con su salario, esto pasaba con todos los miembros de la corporación. “En nuestra investigación sobre la protección a empresas ‘patito’ de seguridad privada, en un pasado muy reciente, los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila Villegas, no solamente aparecen vinculados quienes fueron sus encargados de seguridad, sino también altos funcionarios que alcanzan las dimensiones del doble compadre de Enrique Peña Nieto, el ahora diputado Luir Miranda Nava. (Coninuará).

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