Pesos y contrapesos en la 4T: ¿México el país de las maravillas o el infierno tantas veces prometido?

José Luis Camacho Acevedo,

Colaborador del Periódico “El Ciudadano”

 

Con la habilidad que lo ha caracterizado siempre para engañar a la gente, Javier Corral “convocó” a un grupo de “notables” para integrar un frente opositor al Presidente Andrés Manuel López Obrador.

No me cabe la menor duda de que el gobernador de Chihuahua Javier Corral es un extraordinario actor. Y también que es un político de lo más cínico que pueda encontrarse en el entorno nacional.

Organizó así el taimado de Corral, una desigual pelea como la última del boxeador Canelo Álvarez, en la que liquidó en unos cuantos minutos al bulto que le pusieron enfrente. ¡Sus famélicos “seguidores” contra el poderoso López Obrador!. En relación a esta fracasada argucia de Corral, el polémico Juan Ignacio Zavala escribió una aplastante columna en “El Financiero” donde les dice a ese grupo de conjurados de caricatura, entre otras linduras, lo siguiente:

“Un grupo de ellos, (se refiere a los políticos que no entienden el cambio que vive México, más para mal que para bien) acompañado de algunos articulistas, anunció que conformarían un movimiento opositor como contrapeso a López Obrador. El periódico “Reforma” sirvió de plataforma para el lanzamiento y el vocero de tal intento fue el gobernador Javier Corral, que empinó a varios personajes que se deslindaron de manera inmediata. El gobernador de Jalisco fue el primero en hacerse a un lado –e hizo bien, él no necesita ahora ese tipo de movimientos–, lo siguieron intelectuales como Juan Villoro y Héctor Aguilar Camín. Todo empezó a caerse. El asunto parece que se diluyó hasta quedar en un comunicado, ciertamente penoso, en el que anuncian que se reunieron a platicar entre ellos, que según esto tienen “actividades y posturas políticas” muy diversas –lo que es falso–, y encontraron coincidencias. Anunciaron que quieren un México con contrapesos. Muy bien que lo quieran, pero así no quedó la cosa en la votación. Ni modo. En México hay grupos que creen que se puede gobernar sin votos.”

Está claro, como bien lo dice Juan Ignacio, que las jugarretas de Corral no serán contrapeso para un Presidente como López Obrador. Un mandatario que tiene bien definidos sus objetivos personales para los próximos seis años, y los que pudieran venirse si se modifica la Constitución que en algunos de sus articulados parecen molestar mucho al tabasqueño, y si el principio de la “No reelección” desaparece definitivamente de nuestra Carta Magna.

Por el momento, AMLO no tiene contrapesos ni políticos ni mediáticos de fuerza a su muy arraigado estilo personal de gobernar. Hay movimientos de coyuntura que hacen ver inconformidad popular. Ya hemos comentado que a la protesta por la construcción de la Termoeléctrica cerca de Cuautla en el Estado que mal gobierna el atorrante y voluntarista de Cuauhtémoc Blanco, tuvo la adhesión del EZLN y de algunas secciones de la CNTE. La consulta en tres entidades que tienen poblaciones de más de un millón de habitantes como Puebla, no llegó ni a los 60 mil votantes. Pero AMLO dijo que fue un éxito y que por ello la termoeléctrica, “va porque va”. “¡Me canso ganso!”.

Pero eso no representa, ni por asomo, que en el país existan contrapesos reales a esa forma de gobernar de AMLO, que todavía en muchos de sus secretos y ambiciones permanece inescrutable, y que tiene a su favor la utilización de todo el aparato y la fuerza del Estado para llevarla a cabo. Con AMLO los gobernadores han dejado de ser virreyes. López Obrador los exhibe como personajes impopulares entre sus coterráneos.

Esa argucia del político de Macuspana la han padecido Héctor Astudillo en Guerrero, Alejandro Moreno en Campeche, Carlos Joaquín González en Quintana Roo y Marco Antonio Mena en Tlaxcala, entre los casos más sonados. Sin contrapesos políticos y mediáticos reales y fuertes enfrente, López Obrador camina tranquilo, pateando un bote, rumbo a su inescrutable, repetimos esa condición de su estrategia personal, destino histórico y político.

Mientras el país ‘se calienta’ cada día más a causa de la inseguridad que lo azota y de una economía que sencillamente no ofrece señales claras ni de recuperación ni de rumbo, ya casi se llega a los cien días de gobierno de la 4T: Cuarta Transformación. Estamos al pendiente.