Pablo Guimón, Diario “El País” de España
El muro de contención cedió. La gota de Ucrania colmó el vaso y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, tercera autoridad del país, veterana política curtida en mil batallas, sucumbió a la energía de sus congresistas y, ahora sí, se lanza a promover un impeachment, que siempre consideró un error estratégico por estar abocado al fracaso y por su potencial de ahuyentar a los votantes moderados.
Logró frenar las ansias de los demócratas más enfurecidos, tras la presentación del informe Mueller, que no encontró pruebas determinantes contra Trump y su supuesta connivencia con Moscú en las elecciones presidenciales de 2016.
“El proceso de impeachment es tan divisivo para el país que a menos que haya algo tan convincente y abrumador y bipartidista, no creo que deberíamos seguir ese camino. Y simplemente no vale la pena”, dijo entonces, en una entrevista en la revista dominical de The Washington Post. Pero hoy, ese “algo tan convincente y abrumador y bipartidista”, en opinión de la mujer que lleva más de 30 años bregando en la jungla de Washington y conoce como pocos sus entresijos, ha llegado.
“Los tiempos nos han encontrado”, ha dicho Pelosi, parafraseando a Thomas Paine, uno de los padres fundadores de Estados Unidos. “Y nos han encontrado ahora”, ha añadido, antes de anunciar solemnemente la apertura del juicio político.
En esta ocasión, la avalancha de demócratas que pedían iniciar el proceso, incluidos muchos moderados que, como ella, se resistieron en el pasado a seguir este camino, era incontenible. Y la hábil Pelosi ha decidido tomar la iniciativa: “Las acciones deshonrosas de la presidencia de Trump, que revelan hechos sobre su traición en su juramento al cargo, su traición a la seguridad nacional y a la integridad de las elecciones”, ha defendido, no dejaban otra alternativa que el impeachment.
¿Pero por qué ahora es diferente? Tal vez sea que la veterana política ha encontrado algo que, esta vez sí, puede convencer, si no a los senadores republicanos, sí al votante moderado receloso de condenar al país en un doloroso proceso como este.
Las nuevas acusaciones, al contrario que las 448 páginas del informe Mueller, esta vez sí se pueden resumir en una frase contundente: el presidente utilizó su influencia para presionar a un Gobierno extranjero para sacar trapos sucios de su rival político, y quiso utilizar el dinero del contribuyente para lograrlo. Puede ser, en fin, la particular gravedad de las acusaciones. O quizá sea, simplemente, que Nancy Pelosi ya no podía contener la furia de su partido.
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