P. Rigoberto Beltrán Vargas,
Colaborador del Periódico “El Ciudadano”
Fue declarado culpable Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera de todos los cargos de narcotráfico en su contra en un tribunal federal en Brooklyn, Nueva York, lo cual implicó una sentencia de cadena perpetua.
La Fiscalía celebró el resultado como un triunfo para la ley en ambos lados de la frontera. El Fiscal Distrital declaró que ésta es una victoria para el pueblo estadunidense, “del cual ganó millones vendiendo droga ilícita y envenenando a nuestras comunidades”; y también, para el pueblo mexicano y para quienes han perdido más de 100 mil vidas en la violencia vinculada con el narcotráfico. Subrayó que con este caso se demuestra que los que dicen “que no vale la pena librar la guerra contra las drogas, están equivocados”.
El Procurador en funciones elogió el veredicto contra “El Chapo”, a quien responsabilizó de “inundar las calles de Estados Unidos con toneladas de cocaína y otras drogas ilícitas” y que además dejó una ola de “corrupción y violencia en comunidades tanto en México como en Estados Unidos”.
Manifestó que “este caso sirve de mensaje irrefutable a los capos que permanecen en México y aquellos que aspiran a ser el próximo Chapo Guzmán… Finalmente este veredicto que Estados Unidos logró, trabajando en asociación cercana con el gobierno mexicano, continuará llevando todos los recursos posibles para su lucha contra el narcotráfico internacional y sus organizaciones violentas”.
El administrador en funciones de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) comentó que el veredicto demuestra el compromiso de sus agentes, junto con otros, incluyendo a sus contrapartes mexicanas, de “traer al narcotraficante más peligro y prolífico del mundo”.
Pero ante estas afirmaciones existen muchas preguntas. ¿Cambiará algo en el mapa del narcotráfico con la cadena perpetua que se prefiguró en el jurado de Nueva York? ¿Por qué se le dio un desenlace absolutamente previsible con sabor a telenovela policiaca o a serie de temporada en internet? ¿Por qué se sentó en el banquillo del acusado a un solo partícipe de una relación necesariamente bilateral, al monstruo, criminal mexicano nacido en Baridaguato, Sinaloa, como solitario corruptor?
¿Por qué la producción y comercio de estupefacientes tiene un solo sentido, excluyendo a los consumidores estadounidenses y a la correspondiente corrupción policiaca, administradores y órganos institucionales del vecino país? ¿Con el “Chapo” o sin el “Chapo”, la historia cambiará en los Estados Unidos en el campo de las drogas ilícitas?
Los consumidores estadounidenses seguirán recibiendo las cargas narcóticas como si cayeran del cielo por milagro, sin pecado concebidas y Estados Unidos continuará con la hipócrita narrativa unidireccional de los malos de sur.
El Chapo fue extraditado a Estados Unidos
El narcotraficante purgará una cadena perpetua