Lo bueno, lo malo y lo feo de Jóvenes Construyendo el Futuro

 

Corinna Acosta, Expoknews

 

¡Echa ojo a lo bueno y lo no tan bueno de Jóvenes Construyendo el Futuro!

Becas para chavos que no estudian ni trabajan. El programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” es una de las iniciativas sociales más comentadas del Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Desde la campaña hasta que el programa fue puesto en marcha este año han aparecido múltiples cuestionamientos y opiniones encontradas. ¿Es bueno?, ¿es viable?, ¿quiénes se benefician?.

Tras anunciarse la iniciativa, más de 200 empresas manifestaron su interés por participar en el programa. Marcas como Aeroméxico, ADO, Bachoco, Grupo Lala, HSBC, Kimberly-Clark y otros grandes grupos alzaron la mano. La respuesta parecía prometedora. Más de un millón de jóvenes se han inscrito hasta ahora para cubrir las apenas 300 mil ofertas iniciales de capacitación por parte de las 39 mil empresas que ya se han sumado al programa. Pese al interés, la cifra basta para dar cupo a poco menos de la tercera parte de los interesados. ¿Por qué? Para intentar responder a esa pregunta, habrá que echar un vistazo a todos los detalles de esta iniciativa social.

 Jóvenes Construyendo el Futuro: El programa

México sigue estando entre los países de la OCDE con mayores proporciones de jóvenes que no trabajan, no estudian, ni reciben capacitación: 22% de la población joven. La cifra es superior al promedio de 15% presentada por otros países de la OCDE. El 87% de esta población está constituida por jóvenes en condiciones de pobreza extrema y moderada, o bien, en situación de vulnerabilidad. El programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” nace para ofrecer a estas personas de entre 18 y 29 años, una oportunidad que a muchos de ellos les ha sido negada hasta ahora. Adquirir competencias que les permitan la inserción al mundo laboral y las actividades productivas del país. Esto mientras reciben un apoyo económico mensual que les permita concentrarse en su capacitación.

“Jóvenes Construyendo el Futuro” es un programa dividido en dos vertientes: Educativa y de Capacitación para el Trabajo.

1.- La educativa, está dirigida a satisfacer la demanda de 300,000 jóvenes que hayan concluido el bachillerato y busquen realizar estudios universitarios. Ellos recibirán becas de 2,400 pesos mensuales mientras duren sus estudios universitarios. La coordinación de esta vertiente está en manos de la Secretaría de Educación Pública.

2.- La Capacitación para el Trabajo, será coordinada por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS). Está dirigida a 2.3 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan. El objetivo es vincularlos a centros de trabajo para que reciban capacitación y tutoría. Ellos tendrán una beca de 3,600 pesos mensuales hasta por un año y seguro médico otorgado por el IMSS.

En total, se espera impactar a 2.6 millones de jóvenes. Cada uno de ellos puede optar por cualquiera de estas dos modalidades del programa y puede acceder a él, en una sola ocasión.

 Capacitación para el trabajo

Empresas, instituciones gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil pueden participar en el programa de capacitación para el trabajo. La vinculación de los beneficiarios con los centros de trabajo se realizará en las siguientes proporciones según los sectores:

La distribución anterior reconoce a las empresas, en su papel de entidades productivas y promotoras de desarrollo, como actores clave del programa. ¿Cómo funciona?:

Las entidades interesadas en participar deben registrarse y obtener un convenio de colaboración con la STyPS. Luego pueden solicitar becarios para las oportunidades de capacitación disponibles a través de una plataforma. Los beneficiarios a su vez registran en la plataforma datos sobre su identidad, intereses, nivel máximo de estudios y zona habitacional. La plataforma cruza los datos para enlazar entonces a empresas y beneficiarios.

 Lo bueno

Es claro que para atender un problema social de esta naturaleza era necesaria una colaboración intersectorial. Empresas, gobierno y organizaciones de la sociedad civil tienen herramientas clave para resolver la falta de oportunidades entre la población más vulnerable. En este sentido, reconocer la capacidad de cada sector en términos de productividad y su impacto potencial en el desarrollo social resultaba fundamental.

A través de este esquema, se pretende atender la fuga de talento productivo resultante de los millones de jóvenes que abandonan sus hogares para buscar oportunidades de empleo en Estados Unidos. Al mismo tiempo, entregar a los jóvenes herramientas que les permitan superar su situación de vulnerabilidad integrándose al sector productivo. Desde el punto de vista corporativo, involucrarse en la capacitación para el trabajo permitirá a las empresas contribuir a cerrar la brecha de habilidades existente entre aquellas que se requieren en el mercado laboral y aquellas con las que cuentan los candidatos disponibles. Además, se trata de una excelente oportunidad para engarzar la RSE a un programa gubernamental, atendiendo así al stakeholder gobierno, y teniendo impactos positivos medibles y reportables.

 Consideraciones de las empresas

Las empresas que decidan sumarse como tutoras deben considerar que al hacerlo se comprometen con la formación de los jóvenes a su cargo. Al término de un año, los becarios deben haber obtenido habilidades clave que les permitan integrarse al mercado laboral; y estas deben ser certificables.

Lo anterior significa que la compañía interesada deberá establecer un programa de tutoría eficiente. Prestar tiempo y experiencia de sus colaboradores para garantizar el aprendizaje de los becarios a su cargo. El acuerdo de colaboración contempla que las empresas no pueden sustituir a un colaborador existente por un becario del programa. Al mismo tiempo deberá garantizar el respeto a sus derechos humanos, la inclusión, la seguridad en el trabajo y las condiciones necesarias para el cumplimiento de su labor; especialmente en caso de recibir becarios con discapacidad.

En términos de género, las empresas participantes deberán considerar que, ya que en México ocho de cada diez personas que no estudian ni trabajan, son mujeres, absorbidas por el trabajo doméstico y en ocasiones con hijos pequeños, contar con una política de equidad es vital.

Lo malo

La relación entre empresas y beneficiarios está limitada a la capacitación. Los becarios son gestionados por la STyPS; y durante el año, las actividades de las empresas deben limitarse a su acompañamiento. En este sentido, no existe un compromiso de colaboración. No hay promesa de trabajo al término de la capacitación por parte de la compañía que garantice la inserción del becario en el mercado laboral, ni tampoco uno por parte del becario para colaborar con la empresa en cuestión al término de su capacitación. En ausencia de este compromiso, la relación entre empresas capacitadoras y becarios, carece de visión a largo plazo.

Es necesario entender que el desempleo en México no es un problema exclusivo de la carencia de habilidades. Cientos de miles de profesionales con estudios de licenciatura, e incluso posgrado se encuentran inactivos por falta de oportunidades laborales. ¿Qué nos hace creer entonces que un certificado de competencias, garantiza la integración de los jóvenes al mercado laboral?

Del mismo modo, las empresas invertirán tiempo productivo de sus trabajadores para capacitar becarios que pueden marcharse por elección propia al término del programa, sin haber retribuido a la compañía en términos productivos. No podemos trabajar bajo el supuesto de que para las empresas es un enorme beneficio tener becarios pagados por el gobierno. Necesitamos evaluar todas las vertientes. Si se busca que este programa sea en verdad sostenible en el tiempo, necesita ser rentable para el sector privado, de lo contrario, hablamos de asistencialismo conjunto.

¿Y si tanto empresas como beneficiarios se obligaran a, por lo menos, un año de colaboración tras el programa de capacitación? Sí, es posible que el alcance fuera menor, pero sería más profundo. Porque aceptémoslo, aún cuando la STyPS plantea un seguimiento de los becarios y su inserción laboral al término de la capacitación, el hecho es que la educación por sí misma nunca ha garantizado un puesto de trabajo.

Lo feo: Social no significa responsable

Las empresas registradas como centros de trabajo pueden tramitar ante la STyPS el Certificado de Empresa con Compromiso Social, mismo que las acredita como empresas con causa social. A simple vista parece un enorme paso para la responsabilidad social corporativa, ¿no? Lo sería de no ser porque social no significa responsable. El programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” tiene las características de un programa social instituido por el gobierno. El objetivo es loable. La causa estaba abandonada y urgía atención. Sin embargo, la iniciativa carece de componentes clave de rentabilidad para convertirse en un verdadero programa corporativo. El sector privado ciertamente debió tener mayor participación en la construcción del esquema.

Sumado a ello, ¿realmente la participación en el programa basta para que una empresa pueda presumir de tener compromiso social?, ¿qué hay de las políticas anticorrupción, la transparencia y la equidad de género?, ¿puede una empresa participante en el programa tener importantes brechas salariales y seguir llamándose Empresa con Compromiso Social?.

El Certificado propuesto refleja una profunda falta de entendimiento de la complejidad de la responsabilidad social corporativa. Promueve una visión miope sobre lo que significa ser una empresa comprometida y se olvida por completo del sentido estratégico de la RSE.

Empresas: Sí, pueden donar tiempo y dinero a causas sociales. Sí, pueden (y a veces deben) participar de los programas gubernamentales. Sí, pueden sumarse a “Jóvenes Construyendo el Futuro”. Pero no se confundan, eso no basta por sí mismo para ser responsables. El camino es largo y el compromiso ha de ser amplio y permanente.

Los jóvenes tendrán más oportunidades en las empresas

 

El programa podría ser meramente asistencialista