Las semillas del Reino continuarán germinando

Rigoberto Beltrán Vargas,

Colaborador del Periódico “El Ciudadano”

 

En su reciente viaje Apostólico, el Papa Francisco se dirigió a los Obispos centroamericanos inspirado por la vida del Santo y mártir Oscar Arnulfo Romero. Extracto algunos textos:

Al inicio ambienta en la vivencia martirial de la Iglesia y de las Iglesias locales de Centroamérica: “Muchos hombres y mujeres, sacerdotes, consagrados, consagradas y laicos, han ofrecido su vida hasta derramar su sangre por mantener viva la voz profética de la Iglesia frente a la injusticia, el empobrecimiento de tantas personas y el abuso de poder…”

“Entre estos frutos proféticos de la Iglesia en Centroamérica, comenta el Papa, me alegra destacar la figura de San Oscar Arnulfo Romero, a quien tuve el privilegio de canonizar recientemente en el contexto del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes”.  Y refiriéndose al Santo, dijo: “este es un legado que puede transformarse en testimonio activo y vivificante para nosotros, también llamados a la entrega martirial en el servicio cotidiano de nuestros pueblos…”

“… No fue ideólogo ni ideológico; su actuar nació de una compenetración con los documentos conciliares. Iluminado desde este horizonte eclesial, sentir con la Iglesia es para Romero contemplarla como Pueblo de Dios…”.

“… Así nos muestra que el Pastor, para buscar y encontrarse con el Señor debe aprender a escuchar  los latidos de su pueblo, percibir ‘el olor’ de los hombres y mujeres de hoy hasta quedar impregnado de sus alegrías y esperanzas, de sus tristezas y angustias y así escudriñar la Palabra de Dios…”. Y Continúa… “El Pastor no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo; es más, podríamos decir que el corazón del Pastor se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas. Hacerlo al estilo del Señor significa dejar que ese sufrimiento golpee, marque, nuestras prioridades y nuestro gustos, golpee y marque el uso de tiempo y del dinero e incluso la forma de rezar…”.

“… Nuestros pueblos no son “patio trasero” de la sociedad ni de nadie. Tienen una historia rica que ha de ser asumida, valorada y alentada. Las semillas del Reino fueron plantadas en estas tierras. Estamos obligados a reconocerlas, cuidarlas y custodiarlas para que nada de lo bueno que Dios plantó se seque por intereses espurios, que por doquier siembran corrupción y crecen con la expoliación de los más pobres…”.

Y no deja de lado el fenómeno de la migración masiva y forzada…” Muchos de los migrantes, tienen rostro joven, buscan un bien mayor para sus familias, no temen arriesgar ni dejar todo con tal de ofrecer el mínimo de condiciones que garanticen un futuro mejor. En esto no basta solo la denuncia, sino que debemos también anunciar concretamente “una buena noticia”.

Y concluye: “sentir en la Iglesia es sentir con el pueblo fiel, el pueblo sufriente y esperanzador de Dios. Es saber que nuestra identidad ministerial nace y se entiende a la luz de esta pertenencia única y constituyente de nuestro ser…, es ser una Iglesia que sea cada vez más libre…, una Iglesia que no quiere que su fuerza esté en el apoyo de los poderosos o de la política, sino que se desprende con nobleza para caminar únicamente con los brazos del crucificado, que es su verdadera fortaleza…”.

 

El Pontífice reconoce la labor pastoral de Oscar Arnulfo Romero

 

Monseñor Oscar Arnulfo es todo un símbolo de la lucha social