José Luis Camacho Acevedo,
Colaborador del Periódico “El Ciudadano”
El Primer Informe de Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, recibió críticas sobre los mismos asuntos y temas que ya le han venido señalando casi desde el inicio de su gestión.
Además de que se trata de los mismos personajes y con las mismas frases, lo cual hace evidente que les hace falta algo de creatividad, por lo menos para que ya no suene repetitivo. Desde que llegó al poder, los opinólogos de siempre cuestionan al primer mandatario de una forma sistemática, hicieron entonces lo propio con el informe de gobierno. Sin embargo, es importante reconocer que hay elementos diferenciales con sus antecesores:
No hubo un regreso a las parafernalias del echeverrismo como el presidium soviético detrás del Presidente, así como el ofensivo besamanos que todos recordamos con repudio, esto a pesar de que se invitaron personajes de alto calibre como empresarios, políticos, intelectuales y periodistas.
Hasta en el aplausómetro fue sobrio. Las 30 interrupciones de aplausos que se contabilizaron (siendo la más larga cuando se refirió a los migrantes como héroes), en nada se comparan con las 106 de Luis Echeverría.
Aunque hubo algunas protestas afuera de Palacio Nacional y una desvalijada marcha fifi encabezada por personajes como Fernando Belaunzarán o Gabriel Quadri, que ni a 500 personas llegó, la realidad es que lejos quedaron las multitudinarias marchas organizadas por Antorcha Campesina o los maestros de la CNTE.
Como en otras ocasiones, no se bloqueó el acceso al Zócalo capitalino, es más ni siquiera se interrumpió el tráfico vehicular y el trayecto de la línea dos del metro. Todo esto comprueba dos cosas:
La percepción de la alta decadencia de una parte del periodismo que ya es militante. Y que las encuestas no mienten y que los números abrumadoramente favorables a Andrés Manuel López Obrador son correctos. El presidente goza de una alta aceptación y popularidad, además de la credibilidad ciudadana.
No hubo un regreso a las parafernalias del echeverrismo
El Informe fue sobrio y sin ‘investiduras’ protocolarias