Grito para una realidad de paz

Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas,

Colaborador del Periódico “El Ciudadano”

La celebración del “Día Internacional  de la Paz” (21 de septiembre) y la Marcha de la Huelga Global Climática (20 de septiembre), tienen un referente común: la defensa de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, de cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente y la defensa de  la “casa común”, del planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar, a proteger con interés.

Las dos celebraciones tuvieron sus manifestaciones con eventos tanto pequeños como masivos y multitudinarios, lo cual manifiesta la urgencia de terminar con el “incendio de la casa y la muerte de los que en ella viven”.

En una movilización histórica, millones de jóvenes en todo el mundo se manifestaron para exigir acciones a los gobiernos contra el calentamiento global. En las islas de Oceanía y el Pacifico, en Europa, África, Medio Oriente, América…, en poblaciones grandes y pequeñas manifestaron alerta por las imágenes  de derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia y el incendio de la Amazonía, por la urgencia internacional para reducir el uso de combustibles fósiles.

En el marco de la Séptima Reunión plenaria de la 17 Cumbre de Premios Nobel de la Paz, los laureados hicieron una invitación para realizar un programa educativo para que en las escuelas de todo el mundo, se enseñe sobre el respeto a los derechos humanos, los valores de la vida, del medio ambiente, de la paz a la que tienen derecho todos. Y en la ciudad de Morelia, unida también a esta lucha, el Arzobispo Carlos Garfias Merlos, acompañado del Presidente Municipal Raúl Morón Orozco, representantes de organizaciones, instituciones educativas y sociedad civil, iniciaron un programa llamado “Morelia te quiero en paz“, que busca por medio de jornadas alcanzar la reconciliación, el fomento a la justicia y el bien común.

Para el Papa Francisco, el repunte en el número de guerras en el mundo, así como la construcción de muros y barreras en varios continentes, es algo “insensato” porque se “niega” hospitalidad a quien lo necesita, la violencia “arruina el medio ambiente y se daña la casa común”. “La paz es como una casa con muchas estancias en las que todos estamos llamados a habitar”.

Todo esto no es una advertencia hueca; ya en otras ocasiones de forma reiterada, ha habido protestas que fueron olvidadas como radicales por los sectores dominantes; es preciso pasar de las movilizaciones espontáneas a la organización permanente y que los poderosos a los que se interpela desde todos lados, no se desentiendan. Sería una desgracia mayúscula que todos estos esfuerzos no lograran garantizar el bienestar y la dignidad de todos los habitantes del planeta.

La consecución de la paz debe ser un esfuerzo de todos

En todo el mundo hay una exigencia de tener una paz permanente