Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas,
Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”…
El avance del virus según las autoridades sanitarias para el sábado 25 de julio fue de 42 mil 645 muertes. En otro aspecto, pero relacionado con esta crisis, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó sobre la situación económica: la economía mexicana en el mes de mayo se contrajo 21.6 por ciento en relación con el año pasado en el mismo período; y es que la crisis económica es precipitada por la pandemia, ambas se entrelazan.
De acuerdo con los datos del desempleo y trabajadores inscritos en el Seguro Social, que López Obrador citó en días pasados, en el mes de abril se perdieron 555 mil plazas; en mayo, 340 mil; en junio, 82 mil y hasta la penúltima semana de julio, 27 mil fuentes de empleo.
Aunque México no recurrió a medidas extremas, tan solo utilizó medios como la contención, el confinamiento, el distanciamiento social y el cierre de gran parte de las actividades económicas no esenciales, se produjo una inevitable parálisis de la actividad económica interna.
Agregado a esto, existen otros factores que han quebrado la economía mexicana como el cierre de fronteras y la caída de más del 90 por ciento en los viajes internacionales a nivel global. Para México esta es la segunda mayor fuente de divisas.
Una referencia más: el Banco Mundial estima que tras la pandemia, América Latina habrá perdido 25 millones de puestos laborales, sumado a otro tanto parecido que ya existía.
La crisis sanitaria va ligada necesariamente con la del empleo, aunque existen otras menos espectaculares, que no podemos olvidar; como que existen 1,600 millones de la población mundial que no reciben atención médica; 115 millones de menores de 5 años que son afectados por desnutrición crónica; 700 niños muertos diariamente por diarrea. Morir por hambre, por falta de condiciones higiénicas, por la explotación infantil, la trata de mujeres no son consideradas pandemias, son “algo natural”.
El contexto nacional cercano debe ser un llamado de atención, no para golpes políticos, sino para que los actores mexicanos unamos actitudes sensatas más allá de los intereses personales o de grupo a la búsqueda de acuerdos para el bien común.
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