Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”
El Obispo Rolando Álvarez de la diócesis de Matagalpa en Nicaragua, país hermano, está retenido en arresto domiciliario en la curia de su diócesis a partir del 3 de agosto por la dictadura encabezada por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
Juntamente con el obispo se encuentran 5 sacerdotes, 4 laicos y 3 seminaristas. El Cardenal Leopoldo Brenes, titular de la Conferencia Episcopal, también tiene custodia policial “por su seguridad”, según la versión oficial. El Obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, fue exiliado en 2018 y expulsado en marzo de forma expres el Nuncio Waldemar Stanislaw Sommertang; en la parroquia de San Juan Bautista de la ciudad de Managua, su párroco el Sacerdote Harvy Padilla sufre asedio, vive en un ambiente de zozobra por su seguridad personal.
El primero de agosto la dictadura cerró 6 estaciones de radio que administra la diócesis de Matagalpa. Expulsó a las misioneras de la orden de la “Madre de Calcuta”, entre otras muchas cosas.
En una reciente homilía publicada en redes sociales, el Obispo Rolando afirmó: “Aquí estamos reunidos y retenidos. Estamos siempre con la fuerza interior, la paz en el corazón y la alegría que el resucitado nos da, la alegría de aquel que nos dice ánimo: soy yo, no tengan miedo.”
“Recuerden amadísimos hermanos: el miedo paraliza, la desesperanza autosepulta y el odio es la muerte del corazón. Al odio se le responde con el corazón, a la desesperanza con la esperanza viva y al miedo con la fortaleza y la valentía que nos da el Cristo glorioso y resucitado, el Cristo de la iglesia…”, apuntó. Pidió a Dios una sociedad mejor para que nosotros los adultos podamos heredarles (a los niños), una sociedad mejor de la que hemos podido construir, una sociedad donde reine la paz, la justicia, la santidad, la libertad y la verdad.
Imploró por una “sociedad sin exclusión, que priorice a los pobres, donde no reine la mirada de la venganza y del rencor, sino el amor y la amistad”.
El Obispo y sus compañeros retenidos por la policía nicaragüense han recibido el apoyo de los diferentes países Latino Americanos, entre ellos el de México, la Conferencia del Episcopado de México (CEM) y la Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM), así como de varias diócesis de Nicaragua y la Arquidiócesis de Nicaragua, la misma ONU y la OEA.
Lo que está sucediendo, es el más reciente capítulo de una historia de roces entre la iglesia católica de Nicaragua y el gobierno de Daniel y Rosario, Presidente y Vicepresidenta, que data desde hace más de 4 décadas en un país done el 58.5 por ciento de sus 6.5 millones de habitantes se confiesan católicos. Es una escalada de agresiones contra la iglesia y la sociedad civil.
La situación de Nicaragua ha empeorado tras las controvertidas y amañadas elecciones de noviembre pasado en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa como Vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.
Lo que desde ya se puede decir, es que la persecución de la iglesia católica se hará cada vez más intensa. La única posibilidad de que esto no suceda es traicionarse y callar. Es muy posible que en los próximos meses sean cerradas más obras que dependen de manera directa de la iglesia y que sean encarcelados religiosos, sacerdotes, laicos y obispos y esto demanda solidaridad de la iglesia y solidaridad a nivel internacional.
Sigue la persecución de la Iglesia en Nicaragua, por el Gobierno de Daniel Ortega
La agresión contra sacerdotes es por su posición contra los abusos de la dictadura nicaragüense