Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”
Siendo nuestro pueblo mexicano profundamente religioso y cristiano, podemos constatar fácilmente que se han debilitado las grandes exigencias de la moral cristiana; desde el imperativo “No mataras” hasta el consejo evangélico del amor al prójimo.
Veamos. El ambiente de violencia e inseguridad en que actualmente vivimos, manifiesta claramente la pérdida del sentido de Dios que lleva al desprecio de la vida del hombre, actitud que va en sentido opuesto a la enseñanza del primer mandamiento, “Amaras a Dios sobre todas las cosas”. Nuestra religiosidad popular otrora tan rica en expresiones, hoy está siendo afectada por manifestaciones superficiales que nos están induciendo a tener expresiones supersticiosas e idolátricas, lo cual nos encamina a tomar el nombre de Dios en vano (Segundo mandamiento). La violencia social se está apropiando de los espacios públicos, urge recuperarlos y crear nuevos para santificar las fiestas. (Tercer M).
Las familias con una predisposición violenta, influyen en producir relaciones paterno-filiales con características hostiles, afectando el cuarto mandamiento. En América latina y el Caribe y consecuentemente en México, se viene hiriendo la vida social, la convivencia armónica y pacifica; sus manifestaciones suelen ser robos, secuestros, asaltos, feminicidios, desapariciones forzadas y no localizadas…, lo cual viene llenando de dolor a las familias y a la sociedad. (Quinto M).
La violencia contra las mujeres ha crecido de manera escandalosa y representa un gran desafío. Esta conducta es tolerada y aprendida socialmente, se relaciona con la comprensión que hombres y mujeres tienen de su masculinidad y feminidad; la economía, el alcohol y las drogas suelen ser una causa, pero sobre todo la raíz última es el ejercicio desigual de poder en la vida familiar y social. El sexto mandamiento nos invita a no cometer adulterio.
La extorción está de ‘moda’ y ciertamente causa males funestos en toda persona que la sufre. Consiste en la intimidación de una persona mediante amenazas contra la libertad o integridad física propia o de familiares o contra su patrimonio, con el fin de conseguir de ella transferencias de dinero o comportamientos contrarios a su voluntad. “no robaras”. (Séptimo M). No darás falso testimonio contra tu prójimo ni mentirás. Es el octavo. Es vieja la cultura que se manifiesta en la corrupción e impunidad y el autoritarismo. Urge atacar la anticultura del fraude, de los privilegios de unos cuantos y consolidar procesos e instituciones que permiten la representación de toda la sociedad, a través de métodos trasparentes y de autoridades legítimamente elegidas. (Octavo M).
Noveno. La trata de personas es un delito considerado como la esclavitud del siglo XXI. Consiste en el traslado forzado o por el engaño, de una o varias personas de su lugar de origen; en la privación total o parcial de su libertad; en la explotación laboral o social. Es un delito criminal. Finalmente el décimo. No codiciaras los bienes ajenos. El lavado de dinero es el proceso a través del cual es encubierto el origen del que se genera por actividades ilegales o criminales: tráfico de drogas, contrabando de armas, corrupción, fraude fiscal, malversación pública, extorción y trabajo ilegal. Todos, los diez Mandamientos, son para la esperanza y la cercanía de la paz.
Que hoy en día, no se respeta la esencia de los 10 mandamientos de Jesucristo
La iglesia rechaza la mala interpretación de los mandamientos cristianos