Domingo 05 de septiembre de 2021.
En el evangelio de San Marcos, se nos presenta a Cristo en territorio fenicio, en donde curó a la hija de una señora que contestó: “también los peritos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos”. Y le presentan a un sordo y tartamudo que lógico no se podía comunicar, y le piden a Cristo que lo cure y en un modo inusual usa los dedos y la saliva a modo de los brujos y lo cura.
Nosotros aunque oímos y hablamos no queremos oír y no queremos hablar; tenemos por ejemplo señores que vomitan sangre pero no quieren dejar la cerveza, unas señoras cuerpo de dado, reumáticas, cardíacas y diabéticas de lo gordo, pero no quieren dejar el pan y la coca. Hombres, mujeres que están a punto del divorcio pero no dejan a los amantes; dinereros, que huyen que para la enfermedad y la muerte, pero que de nada les sirve el dinero y el poder, Pero no entendemos.
Tampoco queremos hablar, aunque vemos que los sicarios, roban, matan, secuestran; pero tenemos miedo hablar. Cristo cura por igual a los judíos que a los que no lo son y pronuncia una palabra en hebreo: “Effetá” ábrete; y el fenicio empezó a hablar y oír.
Debemos hablar bien y para eso debemos empaparnos de la palabra de Dios; he oído a muchos sacerdotes predicar en la fiesta patronal de los pueblos sin hablar de la vida del santo patrón, por la sencilla razón que no estudian nada. Cómo va a predicar algo interesante, en cambio de Cristo decían “que bien lo hace todo, hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
A propósito del hablar valiente, se nos presenta otro consejo de Santiago el Apóstol, hacer de la distinción de personas, si al rico lo trata atentamente y lo distingue con grandes cuidados, mientras a los demás le tiran y tratan mal. Carta, la más brava de todas, la Biblia porque la distinción de personas comienza desde la familia, a unos les dejan herencia y otros no, a unos los quieren porque están güeritos y a otros no porque están prietitos o porque se parece a su suegra y ¿qué culpa tiene la niña?
Notoriamente discriminan a los pobres en cualquier dependencia federal, estatal o municipal del gobierno. Los sacerdotes, unos se pasan la vida entre ricos, parroquias ricas, familias ricas y con los pobres no quieren saber nada. Cristo hablaba mal de los ricos porque hacen fortuna explotando a los pobres, no se salvan.
Comentario de buen humor:
El nuevo chofer le dice al ricachón: señor, le voy a dejar su trabajo porque no me puedo entender con su señora”.
¡Pues qué bueno!. “Porque a los otros los he corrido por lo contrario, se entendían muy bien con ella”.
¡Que Dios los bendiga!.
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El Padre Pistolas dice que es necesario conocer a fondo la palabra de Dios