Domingo 01 de noviembre de 2020…
Aparece en San Mateo, el principio del sermón de la montaña, con las bienaventuranzas que según los representantes de todas las religiones del mundo es el más propio y exclusivo del cristianismo y la verdad para cumplir esas bienaventuranzas, nos cuesta dinero, sufrimiento y sangre.
El mundo nos presenta como éxito tener casas bonitas, carros de lujo, ropa fina y mucho dinero para poder pasear y tener lo más posible de los placeres.
En cambio, las bienaventuranzas contradice esa forma de pensar:
- No dichosos los ricos sino dichosos los pobres
- No dichosos los arrogantes sino dichosos los mansos.
- No los que ríen sino los que lloran.
- No los que pecan, si no los que tienen hambre y sed de santidad.
- No a los que se desquitan, si no a los misericordiosos.
- No los guerreros, sino los pacíficos.
- No los famosos, los más felices son los despreciados.
Dichosos los que son perseguidos y todo mundo hable mal de ti. Cuando el terrible rey Ptolomeo se hizo bautizar le dijo al sacerdote: “desde ahora tienes que adorar lo que has quemado y quemar lo que has adorado”.
La palabra bienaventuranza significa: felicidad que espera. Son las bienaventuranzas ocho premios gordos que nos esperan a quienes quieran practicarlas. La religión católica no solo es prohibición de cosas, también una serie de premios para quien los cumpla. Lo primero que necesitamos es la humildad y la confianza poder cumplir esas bienaventuranzas.
Cuando tenemos enfermedades, fracasos y pérdida de seres queridos, no sabemos qué hacer y no le encontramos sentido a la existencia, la cobardía y la confusión nos invade porque no tenemos la convicción y la fortaleza espiritual para enfrentarlos+
Todos sufrimos, pero es mejor sufrir haciendo el bien que sufrir haciendo el mal. Los santos son personas de carne y hueso que superaron las pruebas de la vida sin lamentaciones. Tenemos la vocación universal a convertirnos en santos y la razón es que Cristo es santo y nosotros somos cristianos, aunque los evangelistas como no tenían pegue se cambiaron al nombre de cristianos, pero de cristianos no tienen nada.
En el año 835 fue cuando el papa Gregorio IV estableció la fecha del día 1º. de noviembre como fecha de celebrar a todos los santos. Santo significa “separado” y se comienza a ser santo, no cuando uno se muere sino cuando uno comienza a practicar la palabra de Dios y todos los santos son intercesores ante Dios para nuestro beneficio.
Lo que más nos debe caracterizar a obispos y sacerdotes es el curar a los enfermos como dijo Cristo: vallan y díganle a Juan: los ciegos ven, los cojos andan…
Comentario de buen humor:
Llega un padre joven y se sienta a confesar y una señora le confiesa que anda con varios hombres y la ve y corre a ver al Señor Cura para que le aconseje la penitencia: “padre, cuánto le daría a una mujer madura que anda con varios hombres”. A lo más $500.00 hijo.
¡Que Dios los bendiga!.
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