Domingo 13 de marzo de 2022
Hoy se nos narra en el evangelio de San Lucas, la transfiguración de Cristo en un ser divino y glorioso, en vísperas de su muerte y resurrección en el monte Tabor a sus discípulos predilectos como Pedro el jefe, Santiago el primer obispo, mártir del cristianismo, y Juan el único fiel al pie de la cruz.
La transfiguración tenía como fin, por un lado mostrar a los apóstoles la divinidad de Cristo hasta entonces velada, pero tenemos que pasar de la gloria en el monte Tabor a la crucifixión y muerte de Cristo en el calvario, pero no quedarnos como Pedro a gozar: tenemos que sufrir como Cristo en la cruz, no sacarle al trabajo, al sufrimiento y a la muerte como dice San Pablo en la carta a los filipenses cuando destaca que algunos viven como “enemigos de la cruz de Cristo” y no se puede separar al Tabor del calvario, de la vida, de la muerte.
Por otro lado, también quería revelar la gloria que nos espera en el cielo, algo que nadie puede, si siquiera imaginar de lo grato y agradable.
Nosotros a estas alturas no necesitamos manifestaciones grandiosas y espectaculares. Como los apóstoles, nos debe bastar la palabra de Dios que lo hacemos en la biblia, tenemos suficiente fe y con la meditación y la contemplación y sobre todo la oración nos es suficiente.
En la primera lectura, Dios hace con Abraham una alianza o acuerdo de que su descendencia iba a ser tan numerosa como las estrellas y lo hacían sacrificando algunos animales y pasándolos por fuego y que les pasara lo mismo al que se raje, quemándose a fuego.
San Pablo nos exhorta en la carta a los filipenses como en todo evangelio, a que demos más importancia a lo espiritual y que no separemos el dolor de la gloria, no separemos lo agradable del monte Tabor al monte calvario. Aparecen Moisés y Elías, máximos líderes del judaísmo, y al final se queda Cristo y su lugar de privilegios y central no debe de ser usurpado por nadie, por eso él es el que queda con los apóstoles.
Cristo no quiere que se le contemple, sino que se le escuche y eso debemos hacer en la lectura de la biblia, su palabra nunca pasará porque él es Dios y hombre verdadero. Escuchar a Cristo implica obedecerlo. La renovación de las promesas bautismales no debe ser únicamente cada año sino diario para convertirnos esta cuaresma, si renuncio, sí creo. La sociedad se ha convertido en la feria del grito, muchas palabras vacías y pocos hechos.
Comentario de buen humor:
El encargado del establecimiento del banco, le dijo que quitara su coche porque ahí no debe.
¿Que qué?, respondió.
Tarugo, aquí es donde debo más.
¡Que Dios los bendiga!.
Alfredo Gallegos urge a la feligresía a escuchar y a obedecer la palabra de Cristo
El Padre Pistolas recuerda que en la Cuaresma, es necesario reconciliarse con Dios