Alfredo Gallegos Lara,
Domingo 27 de octubre de 2019…
San Lucas, el evangelista de la oración, ahora nos presenta otra cualidad de la auténtica oración: la humildad. Esto lo hace Cristo a través del fariseo y del publicano.
El fariseo entra al templo a presumir de una bondad que no tiene, los fariseos se llamaban así mismos “los puros”, eso significa en hebreo fariseo, y regresa a su casa con su alma vacía y en pecado, era de esas personas que se sienten profetas y son insoportables.
Lo único que aprendí de mi primer obispo cuando estaba recién ordenado fue esta frase: “lo perfecto, es enemigo de lo bueno”. Perfecto, solo Dios. Este fariseo se igualaba a Dios, queriendo engañarse así mismo, cosa imposible, como también es imposible querer engañar a Dios; más bien es inhumano, parece que perdonan pero en el fondo siempre nos condenan, como lo hizo este fariseo con el publicano.
El publicano se reconoce pecador y no era tanto, recaudaba los impuestos de los judíos para dárselos a los romanos, cosa que estaba de acuerdo con Cristo a pregunta expresa, lo cual se prestaba a tomar algún dinero; ya que nadie tomaba control de dichos impuestos como ahora que algunos banqueros y políticos se mandan auto robar: que me robaron 5 millones, cuando solo se habían robado 1 millón ¿Quién carajos se da cuenta? Ni modo de llamar a los ladrones y preguntarles ¡oye, cuanto te robaste?. Pero como Mateo, que también era publicano, se arrepintió, se convirtió en un santo evangelista.
Hoy en día nuestro presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, usando un lenguaje muy católico, quiere que no haya muertos ni guerra, pero resulta que el gobierno debe de cuidar de nuestra paz y debe hacer justicia y estos mendigos sicarios no respetan la vida de los soldados ni de sus familiares y mucho menos, respetan nuestras propiedades.
Deben de armar bien a los soldados, si no más por lo menos igual que a los sicarios, calibre 50, fusiles “Barret con lanzagranadas y no con toletes y pistolas que apenas sirven para mi museo. También yo estoy de acuerdo que no maten a nadie, pero que no me maten a mí y yo tengo derecho natural, civil y cristiano de defenderme, aunque tenga que matar y no como ahora, que si encuentras un ladrón robando tu casa o violando a tu hija, si lo matas, te meten a la cárcel, no se vale. Por eso, un sacerdote no puede tener cargo en el Gobierno, es contrario a su vocación.
Comentario de buen humor:
A propósito de la venganza, el diablo soltó a un burro; éste se comió y maltrató al huerto del vecino. El vecino mató al burro, el dueño mató al vecino, su mujer mato al dueño del burro…
Dios mandó llamar al diablo y le dice: oye cabrón ¡pues que hiciste!
¿Yo señor? Nada, solo solté al burro.
¡Que Dios los bendiga!.
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