Domingo 15 de agosto de 2021
Estamos celebrando la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen al cielo en cuerpo y alma. El Papa Pío XII decretó este misterio en 1950, ni modo que siendo la madre de Dios que no se la llevara en cuerpo y alma.
La Asunción de María es una primicia (primicia era la entrega de los primeros frutos de la tierra al templo) de la resurrección, ya que nosotros también vamos a resucitar. Dios nos hizo para la eternidad, sólo el cuerpo morirá como todo viviente, pero un día se va a volver con el espíritu a unir para siempre; unos para el cielo y los malos para el infierno. Esta fiesta que no aparece en la biblia tiene su certeza en la tradición de la iglesia por inspiración del espíritu santo que sigue actuando en nuestros papas y obispos. Anteriormente sucedió lo mismo con los dogmas de la maternidad divina de María en 431 p.c., la virginidad perpetua de María en 649 la inmaculada concepción de María en 1854. Aunque siempre se creyó en este misterio fue hasta el 1º. de noviembre de 1950 que se hizo obligatorio (dogmas que entonces se le llamaba la dormición de la virgen). María nos tuvo sujeto sobre su triunfo sobre la muerte y su glorificación en el cielo, porque su hijo Jesús Cristo, rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado, venció a todos sus enemigos. El último es la muerte.
Judit fue la reina que le cortó la cabeza a “Olofernes, el general de los asirios, cuando tenían sitiado a Jerusalén. Con sus encantos emborrachó al general y le corto la cabeza y el pueblo la proclamó bendita seas, hija del Dios altísimo más que todas la mujeres de la tierra” y la Virgen María fue la segunda. Dichosa tú que has creído…, es la segunda declaración de Isabel referente a María, pero estas palabras constituyen la primera buena venturanza de los evangelios.
En el libro del apocalipsis se presenta una mujer envuelta por el sol con la luna a sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza, estaba en cinta y a punto de dar a luz y se cumplió con la virgen. San Pablo presenta a Cristo como el nuevo Adán y a María como la nueva Eva, la nueva madre de la humanidad. El motor de nuestra vida debe de ser la fe en la resurrección y el amor a la vida tanto material como eterna y, en la práctica, hay mucha gente que no ama ni siguiera a la vida material:
1º. Los suicidas.
2º. Los que no quieren gastar en su salud.
3º. Los jubilados que no quieren hacer nada y están de mal humor.
4º. Los que saben que les hace daño el cigarro, el vino, la coca cola, las comidas y bebidas embotelladas y enlatadas, tortilla de maíz transgénico que son la mayoría de las tortillerías y lo siguen haciendo.
5º. Los que no dejan el pan, el arroz y los refrescos y casi explotan de gordos.
El amor a la vida exige cuidarse uno mismo y a los demás, pero sobre todo, profesar respeto y fe a Dios.
Comentario de buen humor:
Le dijo un marido a su esposa: “Vieja, esos calzones no son míos, deben de ser del otro”.
“Si viejo, son del otro”.
“Se me hace vieja, que tú me engañas”.
“No viejo, no te engaño, deveras que son del otro”.
¡Que Dios los bendiga!.
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