PBRO. Rigoberto Beltrán Vargas, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”
La violencia y la inseguridad pareciera que han conquistado ciudadanía en nuestro país, que se han quedado para siempre. Hecho mismo que se convierte en un desafío a la dignidad como persona y sociedad, y desde luego para nuestra fe: Resuena día a día la palabra de nuestro Señor Jesús como su testamento: “Que todos sean uno como tu Padre y Yo somos uno”. “Mi paz les dejo, mi paz les doy”.
El reto se transforma en una tarea que habrá que ir desarrollando sin perder intensidad a lo cercano, a lo lejano y a lo futuro. Se afirma con verdad que todos somos productores de la inseguridad y violencia en sus diferentes expresiones; tambien por la misma razón todos debemos convertirnos en artesanos, albañiles, ingenieros de la paz.
La construcción de la paz como tarea permanente contiene teórica y prácticamente en la memoria del ser humano, una extensísima e intensísima producción. De semejante manera la praxis de nuestra fe cuenta con un testimonio continuo, de tal forma que no podemos guardar una actitud de indiferencia ante este fenómeno.
El Papa Francisco ha continuado la tradición de invitar al mundo a esta vocación universal. Lo hace ya en su 55 Jornada Mundial de la Paz donde reflexiona sobre tres caminos para construir una paz duradera. En primer lugar, el dialogo entre las generaciones como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, la educación como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Por último, el trabajo para la plena realización de la dignidad humana. Estos tres elementos son esenciales para la gestación de un (nuevo) pacto social…
En diversas ocasiones tambien nuestro Episcopado ha compartido esta necesidad; en especial el año 2010 con su exhortación pastoral “Que en Cristo Nuestra Paz México Tenga Vida Digna”, un documento orientador. Además en su Proyecto de Pastoral Global 2031-2033 proponen seis prioridades, destacándose: “La opción por una iglesia comprometida con la paz y las causas sociales”. Hoy motivados por el Papa Francisco nos comparten su nuevo mensaje: “Que el Señor Nos Bendiga con la Paz” (26 de enero 2022), el cual contiene 4 apartados y una conclusión.
1.- Purificar nuestra mirada, que significa, entre otras cosas, generar una actitud de respeto a uno mismo, hacia las personas, instituciones, esto ayudará a transformar los conflictos. La mirada inocente, dicen ellos, no es la que ignora la maldad, sino que apela a la bondad siempre presente en las personas. La bondad no confunde el bien con el mal: por eso no podemos enmudecer ante el dolor, la rabia, el temor, el cansancio, las lágrimas, los lamentos, la desesperanza de muchas personas en nuestro pueblo.
2.- Atesamos por la paz. La paz en obra de la justicia, por ello el artesano de la paz lo es también de la justicia y la sirve cuando dice NO a la corrupción y sigue la lógica del evangelio de rectitud e integridad, de trasparecía en sus intenciones y comportamientos, de fraternidad.
3.- Arquitectos de la paz. Junto al trabajo artesanal, se requiere una arquitectura de la paz que tenga en cuenta las exigencias con las posibilidades y los recursos para implementar los proyectos y procesos de paz evaluables.
4.- Dialogo sinodal y social por una iglesia sinodal: “El testimonio del evangelio debe llegar a todos, particularmente a los que viven en las periferias espirituales, sociales, económicas, políticas, geográficas y existenciales de nuestro mundo”.
“Concluimos nuestro mensaje, continúan los obispos, haciendo nuestras las palabras del Papa Francisco: Que sean cada vez más numerosos quienes, sin hacer ruido, con humildad y perseverancia, se conviertan cada día en artesanos de paz. Y que siempre los preceda y acompañe la bendición de la paz”. Que sea bienvenido este mensaje de la Conferencia del Episcopado Mexicano. ¡A ponerlo en práctica!.
La iglesia trabaja en la construcción real de la paz
Se recuerda que cada quien es un artesano de paz