Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”.
Según la información más reciente en el campo de la violencia a nivel federal, Morelia fue incluida en una estrategia que focalizó la atención en quince municipios del país, debido a que concentraron el mayor número de delitos. De enero a marzo de este año, se presentaron 1861 homicidios dolosos, el 26.4 del total nacional. Concretamente Morelia en el mismo periodo registró 89 de ellos.
Los municipios de Morelia, Zamora, Uruapan, Jacona, La Piedad y Apatzingán concentran al menos el 60% de los asesinatos de todo Michoacán, el 90% de los homicidios está relacionado con el crimen organizado y en ellos se usan armas de fuego de uso exclusivo del ejército mexicano. (Datos proporcionados por el Observatorio de la Arquidiócesis de Morelia, basados en fuentes de información oficiales).
Los datos de la misma realidad a nivel nacional, nos señalan que esta realidad de violencia se ha venido incrementando en todo el país por organizaciones criminales y es distinta de la violencia generada dentro de la familia y de la que es producida por la delincuencia común. Esta violencia tiene sus propias características: la crueldad, la venganza, la exhibición de poder y por la intención de intimidar a quienes son considerados rivales y a toda la sociedad.
La actividad económica es uno de los ámbitos donde debemos encontrar los elementos que contribuyen a la existencia de la violencia organizada. Podemos citas además la desigualdad, la exclusión social, la pobreza, el desempleo, los bajos salarios, la discriminación, la migración forzada y los niveles inhumanos de vida que exponen a la violencia a muchas personas. La Conferencia Episcopal de México (CEM) comparte que para abordar la realidad de violencia e inseguridad en México se necesita reconocer que es compleja, difícil su tratamiento, no se puede atribuir a una sola causa, y es necesario tratarla desde un enfoque de salud pública que pueda ir asegurando para el mayor número de personas el beneficio de la seguridad y de la paz.
La semana del lunes 21-viernes 25 de junio pasado, los sacerdotes de la ciudad de Morelia, organizaron la semana tradicional anual de estudio, en la cual abordaron varios temas para analizar la realidad de su servicio pastoral al pueblo de Dios y poderla mejorar de forma integral. Entre los aspectos cuestionados se notó la importancia que se dio al trato pastoral que merece la importancia de la violencia en la ciudad. En un momento, intervino el Señor Arzobispo Don Carlos Garfias, presencia que animó, ubicó y presentó posibles caminos de trato a este difícil asunto. Este incipiente análisis, pero importante, habrá que recogerlo, profundizarlo con cuidado y darle su debido proceso.
En tiempo de Jesús, había una ardiente expectativa relacionada con la cercanía, el cumplimiento definitivo de la Promesa y cercanía del Reino. Unos pensaban en el reinado político del Mesías, que expulsaría a los extranjeros y traería libertad y prosperidad para Israel, otros por el contrario, pensaban en un Reino fuera de la historia: Dios intervendría de manera extraordinaria para castigar a los impíos con castigos cósmicos y desastres inimaginables, pondría fin a la historia que iniciaría una era completamente nueva.
El Reino de Jesús no es político ni militar, no se instaura por la fuerza de las armas, cuya paz es fruto del poder o de la fuerza. El Reino de Dios está presente donde se crean situaciones, relaciones y estructuras de paz, justicia, fraternidad. El camino es largo, continuemos.
Sigue presente la violencia en el Estado de Michoacán
La violencia de género es una forma “de negar al otro”