Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas,
Colaborador del Periódico “El Ciudadano”
El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump se inventó en días pasados una crisis migratoria en la frontera con México para alimentar su campaña con miras a la reelección y de nueva cuenta amagó con cerrar total o parcialmente la frontera terrestre si nuestro país no detiene la migración centroamericana indocumentada, amenaza que ha estado latente a lo largo de su mandato. Esta se diferencia de anteriores en que por primera vez mencionó un plazo para realizarla.
Para los habitantes de ambas fronteras, esta medida tendría consecuencias desastrosas. Pese a la ligereza de tal medida, habla del cierre de la frontera de 3000 kilómetros que lo separa de su tercer socio comercial. Por las diferentes garitas fronterizas cada día cruzan más de 1 millón de personas en ambas direcciones para trabajar o estudiar en el lado contrario a aquel en el cual reside; solo en el área metropolitana, formada por Tijuana y San Diego, ese flujo humano es de 100 mil personas diarias, más de 30 millones al año.
Por lo que ve al aspecto comercial, cada jornada implica un manejo de 1.4 mil millones de dólares en mercancías, lo que hace de esa frontera la más importante del mundo en términos económicos.
Un cese de intercambios entre las ciudades de ambos lados sería catastrófico: en el caso de Texas, 463 mil empleos (y 94 mil millones de dólares) dependen del comercio con nuestro país a través de la frontera, y en California esa cifra crece hasta 692 mil puestos de trabajo. El restringir el paso bilateral de los bienes y las personas generará una intensa presión de los organismos empresariales estadunidenses para asegurarse de que Trump bajo ningún concepto pase del dicho al hecho.
Es cierto que el régimen presidencialista que tiene el país vecino da amplias facultades al Jefe de Estado, pero también existe una serie de restricciones legales que impedirían un cierre fronterizo unilateral. Lamentablemente ni tan solo los problemas para crearse han necesitado de las medidas anunciadas del Presidente de Estados Unidos, ya que sin darse han causado daños como demuestra la caída de la cotización del peso y la desaceleración de la Bolsa Mexicana de Valores.
Por el costo humano y económico de tales medidas que acarrea a ambas naciones, así como la clara inutilidad para resolver el problema de los flujos migratorios, la clase política y el pueblo estadunidense debería hacer un llamado al señor Trump con el interés de que cese el uso político y propagandístico de un arma retórica. El papa Francisco afirmó una vez más en Marruecos durante su visita que “los muros no logran detener las migraciones: los muros y el alarmismo” no impedirán “que la gente ejerza su legítimo derecho de buscar de una vida mejor en otro lugar”.
El Papa pidió un cambio de actitud hacia los migrante para que se les respete como personas con dignidad y derechos y no ser tratados solo como estadísticas. Dijo que los líderes mundiales deben abordar los desequilibrios económicos y los disturbios en la Tierra que alimentan los conflictos y los flujos migratorios.
“La grave crisis migratoria de hoy representa una convocatoria urgente para acciones concretas encaminadas a eliminar las causas que obligan a muchas personas a abandonar sus países y familias, a menudo solo para encontrarse marginados y rechazados”, se refirió.
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