Federico Arreola, SDP Noticias
Algunos empresarios cenaron con AMLO, otros con Calderón. Hay libertad y cada quien hace lo que quiere o compra o no cachitos de la Lotería del avión.
Voluntario
Los que más tienen son los más obligados a aportar a la sociedad. Con impuestos, sí, que son obligatorios -o deberían serlo: los ricos siempre se las arreglan para pagar menos, proporcionalmente hablando, que los pobres.
Existe también la filantropía, y se manifiesta de varias maneras. Una de ellas, la de apoyar al presidente del país cuando este -abiertamente, con absoluta sinceridad, como ha sido el caso con la rifa del avión presidencial-, necesita ayuda para sacar adelante un proyecto diseñado para beneficiar a la población más necesitada.
Andrés Manuel López Obrador invitó a un grupo de hombres y mujeres de negocios a Palacio Nacional para pedirles que compren cachitos de la Lotería en un sorteo -el del famoso avión presidencial-, cuyas ganancias se destinarán al sector salud.
Eso fue todo. El ejemplo del diario Reforma
Quien quiera aportar, lo hará; quien no desee hacerlo, simplemente ignorará el llamado del presidente de México y seguirá con sus actividades.
¿Se van a beneficiar los empresarios que apoyen la rifa? No, AMLO no se mueve en esa lógica. Seguramente ya lo saben.
¿Van a sufrir presiones del gobierno los hombres y las mujeres de negocios que no apoyen la rifa? Ninguna. Si los menos generosos participan en licitaciones y ofrecen mejores condiciones que quienes sí desembolsen millones para comprar cachitos, el gobierno entregará el contrato a quien lo merezca en términos de la propia licitación, al margen de cuantos cachitos tenga en su bolsa.
El mejor ejemplo lo tienen los empresarios en el diario Reforma. Es seguramente el más influyente de México, y por lo tanto, debería siempre estar entre los que más publicidad oficial reciban.
El sexenio pasado sí obtuvo publicidad oficial el diario propiedad de Alejandro Junco de la Vega -este hombre miente cuando lo niega-, pero por criticón recibió bastante menos anuncios que periódicos sin relevancia.
¿Qué pasó en el primer año del gobierno de Andrés Manuel? Simplemente, que el diario que más lo cuestiona, el más fifí de todos, Reforma, está entre los que más publicidad del gobierno recibieron. Por una razón: ese rotativo es muy importante, mucho más que los otros, y por latoso e inclusive de oposición que sea, ahí deben estar los mensajes del gobierno. Y el gobierno, sin complejos, contrata tales espacios.
Los datos serán públicos en cualquier momento, pero es fácil hacer los cálculos a partir de la simple observación día a día de las páginas -de papel y de internet-, de ese y otros periódicos.
Los empresarios de Calderón
No todos los empresarios estuvieron anoche en Palacio Nacional con AMLO. Qué bueno. La unanimidad en un país jamás es deseable.
Cuando la cena tempranera con el presidente López Obrador terminaba, empezaba una reunión en la casa de Felipe Calderón, ubicada al sur de la Ciudad de México; ese dirigente de oposición y su esposa, Margarita Zavala, también cenaron con empresarios, que o bien no fueron invitados por AMLO y su equipo al evento de Palacio, o más probablemente desecharon la invitación o ni siquiera la tomaron en cuenta porque, en forma absolutamente democrática, no apoyan al gobierno y sí desean fortalecer otras opciones políticas.
Qué maravilla. En un país de libertades pueden los ricos apoyar, al mismo tiempo, al jefe del Estado, y a 15 kilómetros de la sede del gobierno, sin esconderse, mostrar su simpatía -y hasta sus deseos de financiarle-, respecto del principal líder de la oposición.
Por lo que sé en la cena de Palacio Nacional hubo modestos tamales y bebidas no alcohólicas, mientras que en la casa de Felipe el menú probablemente fue un poquito más sofisticado y los vinos y licores indudablemente de calidad y en abundancia. Más allá de ese detalle, qué viva la libertad que al fin disfrutamos en México sin que a nadie se le moleste.
Calumnias contra el empresario que mejor conoce a AMLO
La libertad es tan grande en este sexenio que da para las calumnias que, espero, no sean ni perseguidas ni castigadas. El exceso en la libertad de expresión es preferible a limitarla. Al público, y solo al público le corresponde juzgar, en el caso de los medios de comunicación, a quién le cree y a quién no.
Un sitio de internet especializado en especulaciones absurdas -La Política Online-, en cuanto se conoció el arresto en España de Emilio Lozoya, ex director de Pemex, tejió con algunas verdades y muchas mentiras, una rara historia para desprestigiar a uno de los presidentes de Televisa, Bernardo Gómez.
Resulta evidente que la gente de La Política Online no contó por mera puntada una historia tan absurda -que Bernardo negociaba con AMLO inmunidad para Lozoya y Peña Nieto-, sino que lo hizo por sugerencia de políticos o empresarios interesados en dañar la relación, bastante afectiva y a prueba de balas, entre Bernardo y AMLO. Se llevan muy bien el ejecutivo de Televisa y el presidente de México. Desde mucho antes de 2006.
Como todas las relaciones de amistad que valen la pena, tienen diferencias y se expresan. Un día, durante la campaña de 2006, Bernardo me dijo: “Se equivoca el que crea que por ser amigo de Andrés Manuel se va a beneficiar si él gobierna. Andrés tiene muchos amigos y se lleva bien con todos. Pero su verdadero compromiso, su verdadero amor, está con la gente de abajo. Por lo pobres va a hacer todo. Por los demás, solo hará lo que beneficie a los pobres”.
Sí, Bernardo conoce a López Obrador. Mejor que nadie.
Por su amistad con AMLO, después del fraude electoral de 2006, ya con Calderón en Los Pinos, Bernardo la pasó mal. Nada demócrata, Felipe quiso cobrarle facturas por su cercanía con Andrés Manuel. Por fortuna, Bernardo resistió.
Después Bernardo Gómez tuvo relaciones profesionales con Peña Nieto y sus colaboradores; sí, como todos los empresarios que asistieron a las cenas -la de Palacio Nacional y la de la casa de Calderón. La diferencia entre Bernardo y los otros empresarios radica en que, cuando se reunía con EPN y sus colaboradores, tan orgulloso se sentía de su amistad con AMLO que la presumía.
He contado aquí que un día Luis Videgaray, cuando era el hombre más poderoso del gobierno, me dijo con admiración: “A Bernardo no le cae bien López Obrador: ¡Bernardo siente verdadera fascinación por López Obrador!”.
La amistad entre AMLO y Bernardo ha resistido el paso del tiempo y numerosas pruebas bastante duras. Se respetan, por eso no han dejado de ser amigos. Bernardo jamás le pediría a Andrés Manuel algo incorrecto. Sabe que eso sería lo único que acabaría con una amistad que valora desde hace tantos años y que está entre sus activos personales más valiosos.
¿Pedir Bernardo a AMLO que negociara con Lozoya y EPN? Qué tontería, grilla muy barata. No está loco el funcionario de Televisa. Además, respeta la institución presidencial y no se mete en lo que no debe. Y, desde luego, piensa que los líos de Lozoya y otros políticos del pasado deben resolverlos ellos y sus litigantes. Es decir, conforme a derecho. Con Andrés Manuel no hay de otra.
El avión presidencial sigue en el proceso de la rifa
AMLO y Bernardo Gómez, amigos de siempre