… Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas,Colaborador del Periódico “El Ciudadano”
La Presidencia de Manuel López Obrador está bajo presión desde blancos nacionales e internacionales. Donald Trump va a la cabeza al convertir en guillotina política, el amago de imponer aranceles a productos mexicanos: ya no es solamente construir un muro material, ahora militar en el sur del país o aceptar ser un tercer país seguro, lo que es peor el condicionar a la aprobación de este señor por el resto del gobierno de López Obrador, todo proyecto de un reformismo más o menos profundo.
El golpe electoral de Trump ha servido también para alentar circunstancias contrarias como es el incremento de la violencia pública. La violencia está desatada en todo el país: en la ciudad de México el asesinato del joven estudiante Norberto Ronquillo. En Veracruz, el secuestro del periodista Marcos Miranda. En Tabasco la ejecución de la periodista Norma Saravia y José Luis Álvarez, activista ambiental. Y el fin de semana pasado con 33 asesinatos en 7 entidades.
En el ámbito judicial, sobresalen las resoluciones relacionadas con Santa Lucia y Texcoco; en ambos casos se consiguió que se establecieran condiciones restrictivas para el Gobierno Federal que le impedirán avanzar en el nuevo proyecto del aeropuerto civil en terrenos militares e igualmente frenar la inhabilitación inundataria del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México.
En el fondo, el problema parte de la afluencia migratoria de centroamericanos hacia los Estados Unidos, pasando por nuestro país.
La amenaza fue que si no se resolvía crear un control o una disminución evidente de los migrantes por parte del gobierno de México, el tarifaso de 5% sobre todas las exportaciones de México a Estados Unidos sería aplicado desde el lunes 10 de junio. El Gobierno Mexicano actual tiene que hacer la tarea migratoria impuesta y pasar la prueba en 45 días. Caso contrario, no habrá estrellita en la frente.
Pero, ¿Quién evaluará los resultados? ¿Quién decidirá si México pasó la prueba? Si Trump decide que México no pasó la prueba, de inmediato aplicará aranceles a las exportaciones mexicanas con destino a Estados Unidos, de suerte que lo que se evitó el lunes 10 de junio puede tornarse en realidad el 25 de julio.
Ante el panorama descrito, vale la pena recordar las palabras de Carlos Payan al recibir en diciembre pasado la medalla Belisario Domínguez: “Pido a Manuel López Obrador, un demócrata que llega al poder en una elección sin paralelo y después de una vida de lucha, que cumpla con sus objetivos, en un escenario en el que tendrá que lidiar con el incómodo vecino del norte y su andanada fascista”.
Por otra parte, sobresalen los señalamientos recientes del sacerdote Solalinde donde afirma que México carece de una política migratoria sustentada, democráticamente apoyada y eficazmente aplicada. También del Doctor en asuntos de migrantes Javier Urbano, quien afirmó que el Presidente mexicano debería ser cuando menos lo siguiente:
“Primero: una narrativa distinta; no jugar al vínculo con Estados Unidos; decir reconocemos la dependencia, pero si nosotros no tenemos una personalidad propia seguiremos dependientes. Segundo: juntarse con Centro América, dialogar y establecer mecanismos de cooperación con esta región; eso nos genera una narrativa regional, no digo que Estados Unidos se valla a espantar, pero sí que va a pensarlo y tercero, que veamos que tenemos también herramientas como las instancias internacionales, pero parece que hay miedo a denunciar en esos foros lo que está pasando”. Lamentable, pero cierto; muy cierto.
AMLO no tiene una política definida en torno a Estados Unidos
Donald Trump estaría “jugando” con México para hacer su voluntad