Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas,
Colaborador del Periódico “El Ciudadano”
Ciertamente los señalamientos de la alta Comisionada de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, en su visita pasada a nuestro país, no constituyen revelación para nosotros. En eso no radica el valor, sino en subrayar la urgencia de avanzar en la perspectiva de construir una verdadera cultura de los derechos humanos, campo en el cual nuestra Iglesia Local tiene una obligación irrenunciable y en la que hasta ahora ha dejado mucho qué desear.
Es de notar que en la Iglesia de México existen pocas, aunque muy valiosas experiencias y en nuestra Diócesis desde hace unos 6 años, el Observatorio de Derechos Humanos “Fray Raúl Vera López” viene ejerciendo su valor desde la Parroquia de San Isidro Labrador en Acámbaro, Guanajuato.
Podemos destacar algunos elementos de esta visita que pueden empujar a la conformación y avance de esta cultura urgente y necesaria.
-El acuerdo firmado entre Bachelet y el titular del Ejecutivo Federal con el fin de que el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos otorgue asesoría y asistencia técnica en la formación y operación de la Guardia Nacional, así como el señalamiento de López Obrador en el sentido de que México está abierto a la observación internacional en el cumplimiento de los Derechos Humanos.
-La creación de un mecanismo extraordinario de identificación de cuerpos que yacen anónimos en fosas comunes y servicios forenses; esto, conectado con la creación de un Instituto Nacional Forense y unido con la ejecución de la unificación de las bases de datos antes de la muerte y después de la muerte, darán la oportunidad para conocer la verdad y poder reclamar justicia.
-Que el gobierno reconozca el derecho de la familias a tener abierta la puerta para poder acceder a la justicia internacional.
-En el combate a la impunidad, la construcción y utilización de la Fiscalía General de la República como una institución autónoma como instrumento necesario y eficaz para investigar fenómenos criminales complejos y con prioridad a la investigación de las grandes violaciones a los Derechos Humanos, el fenómeno de la impunidad que venimos sufriendo desde hace tiempo, no podrá atacarse si no cuenta con ella. Esto es urgente para salir del circulo vicioso de la justicia encadenada que venimos padeciendo.
Es evidente la fuerza moral con que cuenta la Iglesia Católica en México y la trascendencia que puede darle en este campo su organización. Habrá que iniciar esta labor desde las bases, desde el pueblo de Dios; para esto, es preciso que los pastores a todos los niveles, vayan asumiendo este compromiso como algo que es esencial en la evangelización.
La dignidad de la persona humana es una prioridad en la enseñanza del evangelio y pasar por encima de ella quebrantando la dignidad de los hijos de Dios, es una falta que no puede ser ignorada.
La instancia evangelizadora de la dimensión de la pastoral social deberá promover talleres, seminarios, conferencias…, que estimulen la toma de conciencia y organización de la Iglesia católica en este campo, sin lo cual dejaría un espacio prioritario sin cubrir.
La dignidad humana exige un respeto mutuo entre las personas
Los derechos humanos deben prevalecer en la búsqueda de victimas