Carlos Loret de Mola, Colaborador del Diario AM-León
La caída en la producción de gas natural y el declive en la exploración y producción de petróleo, que le heredaron al gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador y él está profundizando, parece que está por generar un efecto indeseable: apagones masivos en el país.
El problema no es para todo el territorio. Como en casi todo, el norte y el sur tienen realidades distintas. El norte tiene solucionado el abasto, principalmente por la importación vía ducto y a través de infraestructura construida por la iniciativa privada. El verdadero problema está en el sur y más específicamente los Estados de Yucatán, Quintana Roo, Tabasco y Campeche. La solución no es importar, porque los ductos no están conectados. ¿Qué podría pasar, incluso a corto plazo? Un día podríamos despertar sabiendo que no hay luz en Mérida, o que los hoteles de Cancún y la Riviera Maya quedan mal con sus huéspedes porque la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no les entregó energía. El impacto sería brutal. El paro económico de la zona tendría fuertes repercusiones nacionales.
Hoy, México está parado al borde del colapso por lo que he insistido en estas columnas: el sexenio de Peña Nieto dejó el asunto colgado con alfileres y la administración de López Obrador se los está quitando.
Por ejemplo, en una de las zonas de exploración y producción de Pemex llamada Cactus Sitio Grande, hay más de 200 pozos cerrados debido a que no se ha invertido en sistemas que puedan tratar el problema de agua congénita. Es decir, para Pemex era tan rentable la extracción que un día, cuando vio que los pozos sacaban 40% de agua y 60% de gas o aceite, decidió cerrarlos. Mejor hacer otra perforación. Hoy existen sistemas que pueden hacer la separación de productos y que no requieren gran inversión. Hay valor ahí debajo de la tierra, pero prefieren ir por las soluciones básicas. En Estados Unidos, cuando hay agua congénita, la extracción se lleva hasta que es 90%.
Otro caso a destacar es el del descubrimiento denominado Lakach. En años pasados, se fincó el futuro del gas natural en ese proyecto. Al bajar el precio del gas en Texas, mercado de referencia, los proyectos se volvieron menos rentables. Se decidió parar el proyecto. Quizá tengan que revivirlo tarde o temprano.
También la explosión en la plataforma del sureste llamada Abkatun impactó considerablemente la provisión de gas. Hoy sigue sin trabajar: no hay dinero. El Gobierno de Peña Nieto prometió que lo iba a resolver importando gas por el puerto de Pajaritos, pero el Gobierno entrante no estuvo de acuerdo y detuvo el plan.
Ojalá todas estas alertas no sucedan. Ojalá no haya apagones extendidos. Porque sería histórico ver al mismo personaje ofrecer una conferencia de prensa para anunciar: “Se cayó el sistema… eléctrico”.
Los apagones afectarían a numerosas ciudades
Habría días con el encendido de sólo una vela