Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”…
María del Pilar González, Pily, tenía 20 años y era muy bonita, dice su mamá, Olivia Llamas. Vivía en el pueblo mágico de San Miguel de Allende, Guanajuato, y ahí tan solo a unas cuadras de su catedral y su centro histórico, el pasado 22 de enero fue asesinada por su ex, quien le pegaba y la indujo a consumir drogas.
El hombre apareció en una moto lanzando disparos al aire. Ella, que había salido a comprar leche y pan, corrió y se resguardo en la tienda detrás de un mostrador. Él entró, amenazó al dueño. Ella salió de su escondite, Él le dio un balazo en la cara y huyó.
Un nuevo caso extremece a México. Fin de la segunda semana de febrero. Su nombre Ingrid Escamilla, 25 años con visibles huellas de violencia. En el lugar también estaba un hombre de 46 años con manchas de sangre en su cuerpo y ropa. Era su esposo.
Dos casos de las 14 mil 153 mujeres que fueron asesinadas en México en los últimos 4 años y medio. Son casos que según disposiciones legales deben indagarse de inicio como posibles Feminicidios, es decir, un asesinato de una mujer donde se toma ventaja de su condición. Se le quita la vida por el hecho de ser mujer.
Las razones para considerar que un asesinato contra una mujer tiene la característica de feminicidio son siete que están en el código y basta que se cumpla una de ellas: “que exista o que haya existido con el activo relación íntima de convivencia, de confianza, noviazgo, parentesco, matrimonio o concubinato; que hayan existido amenazas, acoso, lesiones o violencia en el ámbito familiar, laborar o escolar o cualquier otro, o que su cuerpo sea expuesto o arrojado en un lugar público”. Incluso, un acuerdo del Consejo Nacional de Seguridad Pública en el Diario Oficial de la Federación en febrero de 2018, estableció que todas las muertes violentas de mujeres deben ser indagadas por las Fiscalías por protocolos de Feminicidio.
El gobierno federal es solo una parte, los que tienen el mayor compromiso son los gobiernos estatales y ahí es donde está el mayor problema; lo que han hecho es invisibilizar y reducir el Feminicidio al ámbito familiar, a tal grado que del 24 por ciento de los asesinatos de mujeres que se reconocen como Feminicidios, la mayoría la ubican en el ámbito familiar. Prevalece un contexto de simulación de las autoridades estatales y municipales.
La eventual modificación del tipo penal del feminicidio por el de homicidio agravado, con el argumento de que es más fácil investigar y judicializar este último, significaría un “retroceso” en el contenido, implicaciones y significado de tal delito, pues invisibilizaria el componente esencial de odio contra las mujeres.
El Feminicidio en México es “un mal de nuestro tiempo”
La violencia ‘diversifica’ sus formas de matar mujeres