José Luis Camacho Acevedo, Colaborador del Periódico “El Ciudadano”…
Dice mi gran amiga Ivonne Melgar, en un tuit: “Cuando un gobierno se obsesiona con sus críticos y con la prensa es porque le preocupan sus dudosos resultados. Eso pasó en todos los gobiernos de las últimas 3 décadas. La obsesión es contra la memoria y la crítica que muestran la ideología y la pos verdad del proyecto”.
Como un deja vu maldito, al inicio del año 2020, el EZLN irrumpe en el escenario declarativo del país convulsionado por la violencia y aterrado por las consecuencias que puede tener el crecimiento cero del año pasado en nuestra economía.
El 1 de enero de 1994 me dirigía alrededor de las 9 a.m. a mis oficinas en la calle de Lerma cuando recibí una llamada de Francisco Barradas, compañero en El Economista, gran reportero que se ganó el premio nacional de periodismo por su trabajo sobre La Charola de Borrego, y me dijo que me buscaban con urgencia los editores del Diario de Chiapas, periódico que publicaba mis columnas y era dirigido en ese entonces por Jorge Toledo. Me comuniqué con Toledo quien me relató los pormenores de la irrupción de los zapatistas en San Cristóbal de las Casas.
Fiel a mi cultura de sospechar de todo y formar escenarios posibles de la verdadera naturaleza de los sucesos, antes de comunicarme con los amigos que estaban cerca de Luis Donaldo Colosio, me hice algunas preguntas por demás elementales.
¿Es posible que seguridad nacional, siendo el titular de gobernación un chiapaneco como Patrocinio González, no tuviera reportes de la formación de un grupo rebelde y armado en esa entidad?
¿La irrupción del EZLN, después del relato que me hizo de sus primeras horas mi amigo Toledo, era en realidad un movimiento subversivo o era un montaje para utilizar la palabra que en política puso de moda Genaro García Luna?
¿El subcomandante Marcos sería un guerrillero tan temerario como el Che Guevara y lucharía contra el imperialismo con la misma convicción con que lo hizo el célebre luchador nacido en Argentina?
Lo que sucedió después del levantamiento del EZLN me confirmó que ni se llegaría a una verdadera lucha de guerrillas en México y que la designación de Manuel Camacho como primer comisionado para la paz en Chiapas, era un golpe más a la maltrecha campaña de Luis Donaldo Colosio.
Fueron los días negros de la efímera candidatura presidencial del político nacido en Magdalena de Kino, Sonora. Antier el Subcomandante Moisés se lanzó con todo contra la construcción del Tren Maya. Calificó a las encuestas realizadas por el gobierno de la 4T como unas simulaciones. Advirtió que se opondrían hasta la muerte a esa obra que atenta contra la cultura y la conservación de la selva que habitan. Creo que con ello se inicia una guerra declarativa en torno a las principales acciones del gobierno actual.
Y de manera simultánea una oleada de críticas a sus más graves fallas, específicamente en lo que se refiere a las crisis económicas y de seguridad que vive México. El EZLN seguirá siendo una mascarada en tanto que nunca será un contrapeso armado a la 4T. Pero su fuerza declarativa trascenderá nuestras fronteras.
Y si la tormenta bananera que se vive diplomáticamente con Bolivia, un país que no representa ni comercial ni culturalmente nada para México, trae descompuesta nuestra imagen internacional, la capacidad de Marcos para seguir siendo un eficaz guerrillero de internet, podría representar, cuando menos por los meses iniciales del 2020, el inicio de una temporada de días negros para Andrés Manuel López Obrador.
Manuel Camacho Solís como Comisionado para la Paz en Chiapas fue un duro golpe a la campaña política de Colosio
El EZLN pareció más un montaje que un grupo armado que realmente buscara una causa social