Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas.
¿Quién fue el Padre Mariano Puga?
Un sacerdote chileno que dedicó su vida a los descartados por el sistema. Estudió arquitectura y teología en Europa; fue miembro de la Vicaría de la Solidaridad. Le tocó duro en los años de la dictadura militar y también cuando fue párroco en una barriada “La Legua”; tuvo que detener balaceras, organizar protestas y enfrentar al narcotráfico; estuvo preso siete veces y detenido en Villa Grimaldi (lugar de tortura en tiempo de la dictadura).
Mariano Puga, así le gustaba que le nombrarán, murió el 14 de marzo pasado a sus 88 años en su casa de Villa Francia. Son suyas éstas palabras de la potente carta escrita el 23 de octubre de 2019 y que envió desde el hospital a los curas chilenos: “Ese Dios lo entienden los simples, yo te alabo Padre porque te revelas a los pequeños, a los considerados como nada. Sí Padre, yo te alabo porque te diste a la maravilla de tu hermano, tú que dijiste haz con tu hermano lo que te gustaría que hiciera contigo, y lo haces porque crees que el Dios de los cristianos y el Dios de todas las religiones es pobre, un Dios sin poder, no milagroso, que se hizo último entre los últimos, asesinado, martirizado, como un inocente abandonado, como un “ejecutado político” ese es nuestro Dios, el que resucitó y proyectó un modelo de una humanidad nueva, para todas y todos.
Ese espíritu que lo animó a él es el que también anima a cada ser humano, ese espíritu es el que habla a través del profeta y es el que está diciendo que organizándonos nosotros, ayudándonos nosotros, podemos ayudarnos de Él para salir de nuestras frustraciones, miedos, odios, decepciones, afanes de poder, ídolos. Voy a poner ese espíritu en ustedes y ustedes vivirán, y volverán a su tierra y la cultivarán para germinar en una sociedad nueva más linda que la de Allende, porque pasearán por las grandes alamedas de la humanidad entera y ahí nos daremos cuenta de que en el fondo cada una y uno de éstos seres humanos, los que tocan las ollas, los que rompen el metro, los que silenciosamente buscan, arriesgan, dan la vida por un mundo distinto, todas y todos tenemos algo de Dios…”
“Quiero pedir a María de Nazaret: tú que pariste al Dios de los sin poder, que descubriste al Dios de los débiles y no de los ricos, se tú la madre de ésta nueva humanidad. Al Papa Francisco, tú que elegiste al pobre pati pelao y su espíritu para gobernar la Iglesia en estos tiempos, dale señor tu mano y cuenta con nuestra pobre oración, perdona nuestro infatigable clericalismo”.
Hizo su ministerio desde el mismo piso donde están los fieles; fue una de las últimas figuras de la Iglesia de hoy en Chile que unió el país de forma transversal.
Ojalá que no pasen muchos años, para que la Iglesia Católica en Chile vuelva a convocar de manera transversal a los chilenos y chilenas, seamos solidarios en ésta esperanza.
Una fe cercana al pueblo