Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”.
Los hechos sobre las violaciones a los derechos humanos en el mundo y en México en especial, son permanentes y usuales. Mencionaré algunos que vienen a mi memoria.
Este escenario nos da la base para subrayar la necesidad de crear aquí en el país “Comisiones Por la Verdad”, con el objeto de coadyuvar en procesos de justicia encaminados a la construcción y consolidación de la paz.
Ya 15 años han trascurrido y en ese periodo ninguno de los tres presidentes constitucionales, los 5 secretarios del trabajo, ni los 9 de gobernación movieron un dedo para resolver las tres huelgas mineras que estallaron simultáneamente el 30 de julio de 2007, todas minas concesionadas al grupo México de German Larrea; 3 lustros y el conflicto sigue sin solución.
A 5 años de que el Comité de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW) emitió recomendaciones sobre el feminicidio de Pilar Arguello Trujillo, hay un retraso importante en su cumplimiento y el caso sigue en la impunidad. El testimonio de Javier Campos y Joaquín Mora, Jesuitas asesinados el 20 de junio en Cerocahui, Chihuahua, sigue iluminando e inspirando esfuerzos y reivindicaciones que desde la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y la Iglesia Católica en México, en general han impulsado para el diseño de una urgente agenda de paz y justicia social en el país.
Después del tráfico de drogas y de armas, la trata de personas es una de las acciones delincuenciales que genera grandes cantidades de recursos y en el país se ha incrementado este delito. Pero no hay necesidad de hacer memoria. Todos los días los casos nos actualizan.
Las “Comisiones Por la Verdad” se establecen después de vivir hechos violentes permanentes que han calado fuertemente a la sociedad. Se van adecuando conforme a las necesidades de los diversos contextos. Quienes han sido comisionados han generado estrategias para prevenir la repetición de tales hechos y han planteado camino para construir la paz; han abordado asuntos complejos como la amnistía para los productores de la violencia, proponiendo responsablemente vías para la reconciliación.
Los casos se multiplican. Como el de Colombia (Comisión Para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición) que acaba de presentar su informe ante los implicados y el nuevo gobierno electo encabezado por Gustavo Petro. Es sin duda ejemplo para México, América Latina y el Caribe, tanto para la sociedad civil como para las iglesias y en la sistematización de la experiencia colombiana recogemos este pensamiento: “Estamos convencidos de que hay un futuro para construir juntos en medio de nuestras legítimas diferencias. No podemos aceptar la alternativa de seguir acumulando vidas despedazadas, desaparecidas, excluidas y exiliadas”.
Las Comisiones buscan no sólo la verdad sobre hechos violentos, sino la paz
En Colombia hay un ejemplo de cómo debe trabajarse para reconstruir a la sociedad