José Luis Camacho Acevedo, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”…
El colmilludo abogado Javier Coello Trejo, un personaje al que dispensa gran afecto mi amigo Juan Bustillos, ha tenido en un hilo a Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray Caso, desde que afirmó que el expresidente y el exsecretario de Hacienda, excompañero de trabajo de Emilio Lozoya, tenían conocimiento de cada uno de los movimientos del exfuncionario.
La captura del exfuncionario en España era algo muy esperado por el propio Javier Coello Trejo. El muy hábil abogado mantuvo contacto con Lozoya y su familia desde que se hizo cargo de la defensa del, hasta ahora, solitario imputado en casos de sobornos con la empresa brasileña Odebrecht.
Algunos comunicadores daban a Lozoya ubicado en Rusia, otros afirmaban estaría refugiado en Alemania. Coello Trejo, en cambio, aseguró que “tenía bien resguardado a su defendido” y ahora se sabe que nunca salió durante su fuga de la península ibérica. Se presume de algunas visitas fugaces al principado de Mónaco, otras a Andorra y unas más a Bélgica.
Coello Trejo, como dicen los políticos, engañó a todos con la verdad. Sin duda se publicarán muy variadas historias sobre la captura de Emilio Lozoya. Ya con el exdirector de Pemex en proceso de extradición, será muy fácil mostrarse como enterados de su paradero y de las consecuencias de su captura.
Pero lo trascendente es lo que dijeron, cada uno por su parte y en sus respectivos momentos, tanto Coello Trejo como el poderoso jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto Castillo.
Coello ha amenazado con la divulgación de un video que involucra a Peña Nieto y Videgaray con los movimientos de Lozoya Austin.
Y el queretano Santiago Nieto Castillo dijo, inmediatamente después de la detención de Lozoya, que siguen abiertas varias líneas de investigación sobre los delitos que se cometieron en el caso. Y desde luego que aún no se agotan las órdenes de captura contra posibles responsables de los actos de corrupción en el que incurrieron varios funcionarios del peñismo, incluido el propio exmandatario, así como beneficiarios que permanecen encubiertos como podría ser Pedro Aspe Armella, un personaje que nunca dejó de tener influencia en los andares públicos de Lozoya y de Videgaray.
Este caso, paradigmático e infamante de la corrupción en la que se desenvolvió el peñismo, es un episodio de la vida pública de México que está muy lejos de ser ya una cosa juzgada. Esto apenas empieza, tanto jurídica y políticamente.
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