Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas,
Colaborador del Periódico “El Ciudadano”
En la selva tropical más grande del planeta y que es considerada como el “pulmón del mundo” porque su flora aporta cerca del 20 por ciento del oxígeno a la atmósfera global, hasta el martes 20 de agosto, había sufrido una cantidad record de 74 mil 155 incendios, aumentada en un 198 por ciento en comparación con 2018.
En julio sufrió la deforestación de 2 mil 154 kilómetros cuadrados, casi el cuádruple del mismo mes en 2018, según un conteo obtenido de datos satelitales.
La Amazonia, se localiza principalmente en Brasil, pero se extiende por los territorios de Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa y Surinam. Es un territorio más grande que toda Europa y aunque en estos lugares también ha habido incendios, sin embargo, todas las voces internacionales y brasileñas autorizadas coinciden en que la responsabilidad central de la catastrófica circunstancia actual, corresponde al gobierno de Jair Bolsonaro.
El Presidente del Brasil, el neofascista Jair Bolsonaro, ha sostenido, sin aportar pruebas, que sospecha que las ONG’s han provocado los incendios forestales para hacerlo quedar mal dado que les recortó recursos. Organizaciones como Greenpeace, World Willife Fund (Fondo Mundial para la Naturaleza), Amnistía Internacional para la Investigación Espacial, el presidente Francés Emmanuel Macrón, el gobierno venezolano, el gobierno de Perú, el Papa Francisco y los mismos Obispos latinoamericanos, han condenado estos incendios, este holocausto de la casa común, esta insolencia. Más aun cuando se sabe que el gobierno de Brasil ha impulsado técnicas agrícolas depredadoras que favorecen a los hacendados y que implican la reforestación acelerada; que propugnan la destrucción de las reservas indígenas para entregar sus tierras a empresas agropecuarias y mineras como se ha hecho en varios países de América Latina.
Existen documentos filtrados que afirman que Bolsonaro buscaba sabotear los esfuerzos de conservación de la Amazonia, al impulsar la construcción de puentes, carreteras y plantas hidroeléctricas en zonas protegidas en oposición no solo de los pueblos originarios que habitan en la región, sino de la comunidad internacional. Estos errores son responsables del fuerte aumento de los incendios forestales.
Sin desconocer la soberanía de la nación sudamericana, es evidente que el desastre afecta al planeta entero y que no debe ser tratado con el desdén con el que ha presentado el político de ultraderecha. Se necesita que la comunidad internacional ejerza una presión mayor y que la colaboración internacional participe para frenar los fuegos que devoran grandes extensiones de la Amazonia.
En el fondo, la regresión al neoliberalismo salvaje desemboca en un corto plazo a la barbarie y en un holocausto ambiental.
La amazonia ha vivido un ecocidio de impacto mundial
El Gobierno de Brasil sería el responsable de los incendios